¿Saben esa frase de "no sabíamos que éramos felices"? Pues aquí sí lo sabíamos. |
Si en algo se nota que nos hacemos mayores es en lo rápido que vemos pasar el tiempo.
Cuando era niño los días de cole eran largos, los fines de semana no desaparecían con la celeridad de ahora y los meses de verano eran eternos. Pero eso se acabó. Ahora el tiempo se esfuma y la pandemia no ha ayudado, más bien a revés.
Hoy hace ocho años que vi por última vez a mi abuela. No lo sabía, claro. Comimos juntos un lunes, tomamos café el martes... y el miércoles 15 de mayo de 2013 falleció mientras dormía la siesta de forma repentina, plácida y sorprendente. Esto último puede parecer difícil de creer cuando hablamos de una señora de 96 años, pero sí, nos pilló desprevenidos. Creo que todos dábamos por sentado que superaría la centena con holgura.
Nos dejó un día de San Isidro, que coincide que es el nombre del lugar donde estaba la casa en que nació, en el vecino municipio de Guntín. Por si no llegase con el recordatorio de las fiestas madrileñas también relaciono su fallecimiento con el día de las letras gallegas, ya que todo fue la misma semana.
Han pasado ocho años y podría jurar que han sido seis meses. No me acostumbro a su ausencia y sigo echando de menos los cafés en la Plaza de España con ella y tantas otras cosas.
Supongo que la vida es así de difícil cuando empiezas a pensar en lo que vas perdiendo por el camino... pero lo que debería ser un sentimiento negativo también puede darnos una lección fundamental: aprovechemos el tiempo, porque no sólo no sabemos cuánto tenemos sino que ignoramos el que le queda a quienes queremos.
El dolor por la ausencia sigue ahí, más sordo, menos punzante, pero sigue. Se va sustituyendo por una añoranza quizá más bonita y llevadera, pero el proceso es más largo de lo que me hubiera gustado. Pensé que en ocho años la cosa ya sería de otra forma, pero también es verdad que hablamos de una persona única. Doña Emilia era mucha Doña Emilia.
Hoy me ha tocado escribir estas palabras, quizá demasiado melancólicas, pero oigan, esto no deja de ser un blog personal así que no debería ser tan extraño que hable de algo como esto.
Disfruten del tiempo, no lo "quemen" (siempre me ha repugnado la frase "matar el tiempo") y no lo desaprovechen. Corre demasiado rápido y se acelera cada vez más.
Estimado Luís;
ResponderEliminarPerdoe por entrar a comentar nun tema tan persoal.
Coma sabían os antigos, non hai nada peor para un morto que a damnatio memoriae, e pola contra o mellor xeito de honralos é lembralos, porque mentres quede lembranza deles, non desaparecen de todo.
Desaparece co tempo a dor transformada en saudade, pero tamén queda a satisfacción polas ensinanzas do que se lembra.
Por moitos anos que pasen, mentres vostede viva, algo da súa avoa quedará.
Buenos días:
EliminarNo tiene nada por lo que disculparse. Si uno pone estas cosas en un blog es por compartir experiencias e incluso, como en este caso, sentimientos. Además aunque no nos conocemos en persona le diré que siento aprecio por sus comentarios, ya que estemos de acuerdo o no en ocasiones siempre son mesurados, razonados y bien planteados, algo de agradecer.
En cuanto al contenido, totalmente de acuerdo. Estoy seguro de que mi abuela no querría que sintiéramos dolor sino añoranza, pero me cuesta diferenciarlas. Habrá que aprender...
Un saludo y muchísimas gracias por el comentario.