viernes, 21 de octubre de 2022

¿Listas para ganar o listas para gobernar?



La carrera hacia las elecciones municipales comenzó en verano con la proclamación de Elena Candia como candidata del PP en Lugo. Los demás reaccionaron y empezaron a moverse, pero, como es lógico, el asunto se puso a andar en serio tras el periodo estival. Candia jugó muy bien con los tiempos y al anunciar su candidatura el último viernes de julio no dejó margen de maniobra al resto, ya que agosto es “inhábil” a estos efectos y quedaron muy descolgados.

Faltan poco más de 8 meses para las municipales y estamos en ese momento en que los partidos se encuentran en la dificilísima tesitura de “hacer las listas”, conscientes de que probablemente ahí se juegan el resultado. La lista es más determinante cuanto más ajustados estén los márgenes. Si la diferencia es de diez puntos, no les diré que da igual a quién pongan tras el candidato principal, pero sí que es menos relevante que cuando el sillón de mando está en manos de un puñado de votos. No hay más que recordar que en las últimas citas unos pocos cientos de papeletas fueron las que inclinaron la balanza.

El nudo gordiano está en los criterios a seguir a la hora de elegir a los 27 que acompañarán al cabeza de lista. Si son gente muy conocida, serán “los de siempre”, si son nuevos dirán “a estos no los conoce nadie”. Cuando aportan un currículum nutrido “se deja fuera a la gente de la calle” y si son personas con menos enjundia académica “no tienen preparación”… y así todo, por lo que finalmente el acierto no responde a una fórmula mágica ni a un producto de ese inexistente laboratorio secreto que mucha gente piensa que tienen en los sótanos de los partidos políticos. Hay más de instinto, improvisación, disponibilidad y de circunstancias de lo que se puedan ustedes imaginar. Y más negativas de las que sospechan.

Aunque ahora veo los toros desde la barrera y no estoy en condiciones de entrar en ningún partido político (bueno, en condiciones estoy pero no me da la gana porque me niego a volver a militar en ninguno), personalmente viví desde dentro dos procesos electorales municipales, y no vean cómo volaban los cuchillos para lograr un “puesto de salida” (los que, según en las encuestas, se dan por seguros) para ser concejal. Sorprendentemente eran puñales mucho más intensos y frecuentes que para ser diputado nacional, a pesar de que no tiene nada que ver la vida de unos y otros. Siempre he pensado que eso se debe a que cualquiera cree valer para concejal pero piensan que para diputado hay que tener otra formación, como si el Ayuntamiento pudiera ser gestionado por cualquiera. Si me apuran es justo al revés, porque en lo municipal hay menos apoyos técnicos que en esferas más altas.

Este problema no es patrimonio de unas únicas siglas. He constatado en varios partidos maniobras vergonzosas, que hicieron a personas muy válidas dejar la política municipal mientras quedaban otras cuyo único mérito es una habilidad innata para dar jabón, apropiarse de trabajo ajeno y salir en la foto. Pero es lo que hay, y finalmente quien pierde es la administración... y la ciudad.

Pero volviendo al tema, el verdadero desafío a la hora de hacer una lista, en mi opinión, está en diferenciar si se hace pensando en las elecciones o en el futuro gobierno. Parece una tontería, pero créanme, es lo más importante de todo. Una vez aclarado ese punto el resto es más fácil.

Una candidatura “electoralista” se ciñe exclusivamente a las personas que se considera que pueden atraer el voto, o al menos a aportar más de lo que restan. Pueden ser después unos auténticos zotes y tener menos fondo que un folio, pero si son majetes y caen bien arrastran a ese sufragio de simpatía que tan necesario es para llegar a conquistar la Alcaldía. El problema es que si se hace esto, una vez se logra el objetivo inmediato toca gobernar y tener de cabeza de cada concejalía a estas personas, y ahí es donde se monta el lío porque en ocasiones no saben hacer una O con un vaso, como es notorio en Lugo.

Por el contrario, si es una colección de técnicos o de personas de gran criterio profesional pero de escasa proyección pública podrían formar un gobierno maravilloso… pero para eso primero hay que ganar, y se pone más difícil si en los mítines (sí, aún siguen siendo importantes) tienen el magnetismo de una pastilla de caldo de pollo.

Normalmente los candidatos tiran por la primera opción, pensando que si se gana “ya se apañarán”, y que la propia inercia de la administración hace que las cosas funcionen solas. Craso error, que tiene a Lugo como lo tiene. Sin una buena dirección en las concejalías, no hay gobierno que funcione correctamente como todos sabemos. Pero claro, es preferible gobernar mal que no gobernar bien, sobre todo si no tienes otra opción profesional.

El único que tiene esto resuelto, y muy bien resuelto, es sistema parlamentario. Uno puede hacer las listas como le venga en gana porque para ser Ministro o Conselleiro no es necesario ser Diputado. Ni siquiera para ser Presidente del Gobierno hay que ser miembro del Congreso, aunque curiosamente para ser Presidente de la Xunta sí hay que ser Diputado Autonómico. Pero nada más. Ninguno de los demás cargos de la administración tiene esa obligación, lo que permite no tener este problema a la hora de diseñar las listas.

La responsabilidad última de todo esto la tenemos los electores. Cuando vayan a decantarse por una opción, piensen bien a quién están sentando en los puestos que nos gobiernan. No hablamos de irse de cañas con alguien o de lo majo que fue cuando vino al tanatorio tras la muerte de un familiar, ni de los dientes que enseña al sonreír o lo bien que canta o baila (eso para los concursos de talentos). Hablamos de quiénes son las personas idóneas para llevar la administración de nuestros asuntos, los de todos, decidir cuánto pagamos y lo rápido y bien que se resuelven nuestros expedientes, gestionar el tráfico de la ciudad y si se construyen más viviendas o se rehabilitan las muchas que hay vacías… En definitiva, somos nosotros los que empujamos a los partidos a elegir a quienes después nos gestionan... como nos gestionan. Piénsenlo.

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