miércoles, 14 de noviembre de 2012

Ni las huelgas son como las de antes

Ayer estuve en un tris de denunciar a los sindicatos. A veces me pasan cosas que parece que son fábulas para contar algo en el blog, pero les juro que son de verdad, y de esto hasta hay testigos porque fue en la calle. 

Verán, saliendo del edificio de la Xunta de la Ronda de la Muralla hay una explanada de piedra bastante lisa, que acaba en unas grandes macetas con plantas. Entre las macetas quedan zonas para cruzar a la acera, y allá me fui yo con toda la tranquilidad del mundo dándole al Whatsapp para avisar a unos amigos de que salía a tomar un café con ellos (un día hablamos del famoso Whatsapp si quieren). 

De repente me vi en el suelo, literalmente. Me pegué una bofetada de las que hacen época y salen en vídeos de primera si alguien te está grabando. Resulta que habían puesto unos carteles de la huelga en el suelo y los muy idiotas los pegaron con cola de la de murales, que con el suelo húmedo resbala cosa fina. 

No me digan que no es para ir a la Policía y denunciarlos, porque como comprenderán no pueden hacer eso. No lo hice por dos razones: la primera que iban a decir que era algo político, que nos conocemos, y la segunda que no quería quedar como un tonto de esos que van con el móvil en la mano y no se enteran de lo que pasa a su alrededor, así que por favor, que quede entre nosotros. 

Esta mañana al llegar a trabajar me sorprendió que no había piquetes, que normalmente a la hora de entrar suelen estar (salvo que vengas pronto, que lo de madrugar no va con ellos). Hoy ni la muestra. Estarían de huelga, pero les digo que de verdad me alegro si es que han colgado la piqueta y se han apuntado a la civilización. 

¿Quizás se han dado cuenta de que ese tipo de cosas son contraproducentes, y aunque seguirá habiendo el típico descerebrado que aprovecha la huelga para dar rienda suelta a sus más bajos impulsos (como en cualquier concentración donde se pueda hacer el vándalo de forma anónima) han cambiado de táctica? Mañana lo veremos en los periódicos, pero lo dudo. A una compañera de trabajo se le acercaron hasta pegarla al ascensor diciéndole que “aquí hay mucho esquirol”, así, en plan años 40. 

Lo más triste es que los propios sindicatos son los primeros en desvirtuar el concepto de “Huelga”. Por si quedaban dudas sobre el artículo de ayer, ya salió Toxo a aclarar que SÍ es una huelga política. Tócate los pies, el convocante reconociendo la ilegalidad del tema, supongo que para provocar al Gobierno para que la prohíba y se líe parda. No interesa que la cosa discurra con tranquilidad. 

La huelga no es esto. Ahora estamos acostumbrados a que las huelgas sean como una especie de festivo “de pago” (para los trabajadores, quiero decir) en que hay una gran manifestación por la mañana y abren todos los comercios por la tarde. ¿Qué digo por la tarde? En cuanto pasa la manifa y se van las teles es un día como otro cualquiera, incluso bueno porque hay gente por la calle. 

Una huelga se supone que es una medida extrema para presionar a una empresa en un conflicto laboral. Por ejemplo, Empresarios Malvados S.L. deja de pagar a sus empleados o, por ejemplo, despide a una trabajadora por quedarse embarazada. Si la cosa no se arregla por las buenas se convoca una huelga y los trabajadores de Empresarios Malvados S.L. no van a currar hasta que el tema se solucione. Como la empresa no puede sustituir a los trabajadores en huelga se ve obligada a cerrar o reducir enormemente su actividad, dependiendo del seguimiento de la huelga, así que se supone que cederá al menos en parte para llegar a un acuerdo. Se supone que se trata de eso, pero ya ni las huelgas son como las de antes. 

Lo de hoy es una carallada, como todas las huelgas generales. Es una demostración de músculo por parte de los sindicatos, pero se les olvida que para lucir palmito en la playa primero hay que ir al gimnasio. En su caso el ejercicio es ser creíbles, veraces, consecuentes… y defender los derechos de los trabajadores, cosa que sólo hacen cuando gobierna el PP y únicamente como medio para un fin, que es que gobiernen los suyos. 

Me dirán, “pero si Zapatero y Felipe sufrieron huelgas generales”. Sí, contestaré yo (qué civilizados estamos), pero la de Felipe era otra época (quién nos la diera ahora) y lo de Zapatero fue una huelga que se hizo, no contra el Gobierno, sino contra los empresarios y, pásmate, contra el PP que estaba en la oposición. De hecho era en plan “José Luis, tío, vamos a hacer una huelga para cubrir el expediente que tenemos unos cuantos millones de parados que si no nos van a comer con patatas, pero que no te parezca mal, ¿eh?”. Nada que ver con lo de ahora, creo yo. 

Nos han intentado vender la huelga como si fuera una campaña de Cáritas, pero en versión civil. Como si estuvieran luchando por la paz en el mundo y los desheredados, que eso suena muy a Internacional, pero salvo asaltar supermercados los sindicatos no se han caracterizado por su preocupación social que digamos. He visto organizaciones de todo tipo, incluso empresas y millonarios como Amancio Ortega, preocupándose por echar una mano porque ven que las cosas están muy malamente. Los sindicatos sólo se han preocupado de si se les está ingresando la cuota correspondiente a su "importancia constitucional".

En fin, para los amigos de los porcentajes, en mi pasillo somos unos 20. Ha ido a la huelga 1. Convertir la huelga en un baremo para ver el apoyo al Gobierno es una temeridad por parte de los sindicatos, porque hay mucha gente que aunque no esté de acuerdo con muchas medidas que se están tomando no puede o no quiere prescindir de un día de salario, más aún si les han recortado con un ERE (o sin el ERE) o si les han fastidiado la paga extra. 

El fuego no siempre se combate con fuego, de hecho el agua normalmente funciona mejor.

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