lunes, 27 de octubre de 2014

¿Qué le habrá pasado al "probe" José Miguel?

El pobre José Miguel tiene un problema, que es su inmenso patrimonio. Propietario de 16 inmuebles en Madrid y cuatro empresas, alguna de las cuales le reporta un sueldo de 105.000 euros al año, ha tenido la mala fortuna de toparse, por culpa de unos asesores fiscales incompetentes, con una multa de Hacienda por importe de más de 900.000 euros.

Sin embargo, ha explicado con todo lujo de detalles que él no tiene culpa de nada, que es un honrado trabajador que cumple escrupulosamente con sus obligaciones impositivas, y que las peripecias contables no tienen nada que ver con él, ni siquiera cuentan con su aval, y han sido causadas por una asesoría mala, malísima, a la que es de suponer que habrá retirado la gestión de todos sus asuntos por meterlo en tamaño lío.

¿Que ha evitado, mediante trucos de prestidigitación contable, tributar a Hacienda lo que le corresponde? Sí, es cierto, pero no por malicia sino por error. Es normal. Te olvidas de llevar una, cometes un pequeño fallo al restar metros cuadrados desgravables y se te despistan 900.000 euritos de nada. Y la gente se pone loca. Es que no hay sentido de la medida.

José Miguel no especula con el ladrillo, sino que hace “inversiones en España”. Es un orgulloso valor de nuestra patria, que compra pisos por doquier pero no para enriquecerse mediante la burbuja inmobiliaria que algunos esperan que se empiece a gestar nuevamente, sino para evitar llevar su dinero a lugares de difícil pronunciación como Liechtenstein o Andorra (esta última más fácil de decir en voz alta). Lo que se llama una persona de principios, que sólo quiere dar trabajo a los honrados albañiles. Tendría que cundir el ejemplo.

Por supuesto tiene la conciencia tan limpia que no le causa rubor alguno elevar su voz contra aquellos que hacen cosas ilegales, ilegítimas o inmorales. Y tiene razón. Ya está bien de tanto chorizo defraudador, que lo hace a mala idea en vez de por una serie de desdichadas cadenas de fallos humanos, como le pasa a él.

Su pecado es totalmente venial, el de confiar en los demás. Lejos de los escándalos bancarios y corruptelas políticas que él condena a diario, con toda la razón del mundo, su cándida inocencia se debe a su bonhomía y en la creencia de la pureza de sus congéneres. Si es que da ganas de proponer su beatificación a la de ya.

Precisamente es esta lucha, la que José Miguel lidera día tras día, la que lleva a mucha gente a convertirlo en diana de sus dardos. Empresas de gran tamaño, gentes de mal vivir y profesionales del guante blanco lo atacan usando como excusa ese pequeño error contable y sus inversiones en suelo patrio para desacreditarlo. ¡Mala gente, mala gente!

La próxima vez que lo vean tengan en cuenta todo esto, porque es una víctima, que se rebela día a día contra un sistema podrido desde su pequeña ventana al mundo. No le tengan en cuenta el tema del fraude, ni lo de sus 16 pisos. No imaginen qué pasaría si en vez de pasarle eso a él le pasa a toooooda la gente a la que critica. Él es puro, él es grande, como el estado de Wyoming al que debe su nombre artístico.

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