Menos mal, la policía de las Baleares ha acabado con una peligrosa red de juego ilegal que estaba operando en las islas mediterráneas. Se trataba de un complot organizado por jubilados y pensionistas, que creaba una espiral de juego a través de bingos en hogares del pensionista y de la tercera edad.
La noticia suena a cachondeo, pero es cierta. Los empresarios de los bingos (los de verdad) de la zona, agrupados en las Federaciones de Bingos ASBA y Aesbi, se han dedicado a denunciar la “competencia desleal” que suponen estas prácticas para sus casinos.
Tienen razón, nada más peligroso que unos abueletes echando la partida en el asilo. Realmente es un peligro, ya que es probable que les hagan perder a los casinos unos cinco o seis euros al año.
Cuando uno ve estas cosas se pregunta quién ha sido el imbécil que ha puesto la denuncia y, sobre todo, en qué clase de país se puede confundir un bingo ilegal con unos buenos señores pasando el rato.
Imagino que a partir de ahora la Asociación de Artistas Plásticos empezará a atacar los talleres de la tercera edad de los Ayuntamientos y las asociaciones; que la Federación de Profesores de Baile intentarán cerrar los bailes de los sábados en los centros de ancianos y, por supuesto, que la SGAE pondrá micrófonos en los pasillos de las residencias por si a algún desalmado viejecito le da por tararear algo sin pagar el correspondiente canon.
Estas cosas sólo parece que puedan pasar en España. En otros países probablemente habría una protesta ciudadana y durante, por ejemplo un mes, nadie pisaría los casinos denunciantes, como castigo, para que se dejen de chorradas y se dediquen a tirar los dados.
Oh No!!! Ayer hice un muñeco de pastelina del David de Michelangelo. Lo aplastaré antes que tenga que pagar algún derecho.
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