Hay una Ley de Murphy que reza: “no sabrá lo que es insultar hasta que aprenda a conducir”. Con las leyes de Murphy pasa como con los monólogos del club de la comedia, que hacen gracia porque son situaciones o comportamientos que a todos o nos han pasado o nos han contado. Pues hoy vamos a hablar del aparcamiento, esa ciencia oculta para gran parte de la población.
Un amigo mío, cuyo nombre no desvelaré porque es diputado y puede que luego se hable de esto en otros foros (no doy más pistas), tiene por sana costumbre la de considerar el primer principio de la conducción la seguridad y el segundo el no estorbar la circulación. Además de esto, roza la manía a la hora de aparcar para no dar la lata a los demás vehículos. Ya me gustaría que todo el mundo tuviera esas manías, pero no es así y es frecuente ver coches tocando la narices al prójimo.
Hay una web, incluso, que promociona unos papelitos que te puedes descargar gratuitamente (Internet sigue sorprendiendo a todos por las cosas gratis que ofrece) para llevar en el coche y dejar en el parabrisas de los atontados que en vez de aparcar dejan caer el coche donde Dios les da a entender. En un alarde de servicio público, propio de este blog, les pongo la imagen del papelito en cuestión y, si pinchan, se pueden bajar el cartelito, imprimirlo y crear escuela, que buena falta hace.
El papelito, llamativo como él solo, tiene el detalle de poner al final “Aparcar es complicado en nuestras calles, hay muchos coches, pocos sitios y los parkings son caros. Tú has aparcado como un gilipollas, pero no te ofendas, todos lo hemos hecho alguna vez”. No sé si lo ponen para quitar hierro al asunto o para poder justificarte si el gilipollas en cuestión te pilla poniendo el papel y resulta que mide 2x2 metros y tiene malas pulgas. Siempre puedes recurrir al “es irónico hombre, no te mosquees”.
Entiendo que en el papel faltan opciones, como “los pasos de peatones son para peatones”, “las luces de emergencia no son señales de parking” y similares, pero par eso ya está el apartado de “otros” que uno puede cubrir si tiene tiempo y ganas.
Esta Sociedad que tenemos la creamos entre todos. La circulación del tráfico en nuestras ciudades, incluso en una pequeña como Lugo, es ridículamente caótica, sobre todo por la cantidad de coches que circulan sin tener en cuenta el principio de no dar el coñazo. Personalmente a mí me ha pasado tener que estar esperando a que, en medio de una calle de un único carril, el conductor del coche de delante termine una conversación con un peatón para poder pasar, y no oses dar un toque de claxon porque encima tienen más que decir. “¿Qué pasa, tienes mucha prisa?”.
Iniciativas como “aparcas como un gilipollas” pueden ayudar a concienciar desde la ironía. Lo malo es como se lo pongas a quien no tenga sentido del humor y te metas en un berenjenal, que hoy todos los coches llevan herramientas para cambiar la rueda y se puede liar parda.
Yo llevo usándolos mucho tiempo y, al menos, sirve como desahogo, aunque acabas teniendo compejo de "justiciera civil".
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