El Ayuntamiento de Sueca, en Valencia, parece estar gobernado por tontos. No he mirado qué partido gobierna allí pero me da igual. Sólo un grado extremo de imbecilidad explica que se hayan emperrado en fichar para sus fiestas al toro “Ratón”, con el argumento de que el toro “es del pueblo”, vamos, que nació allí.
Para quien no recuerde al bicho éste, tiene en sus cuernos tres marcas, una por cada persona que ha matado en diversos lugares. Lo grande ya no es sólo que un irresponsable lo quiera contratar, sino que los hay por docenas: presión de los aficionados, ofertas económicas difíciles de rechazar por parte del ganadero que lo tiene (llegaron a pagar 15.000 euros por actuación del toro)… Morbo envasado al vacío, sin conservantes ni colorantes.
Superando ya en fama a Islero o Avispado, el Toro Ratón, que debería ser un venerable retirado (tiene ya más de 10 años, que por lo visto en un toro ya son muchos años) está afectado por la ampliación de la edad de jubilación. El público le pide que vuelva. Sus posibles víctimas lloran, patalean y protestan porque sus representantes políticos no gastan un montón de dinero municipal en contratar a un asesino. Eso sí, si llegan a gastar ese dineral en pintar los despachos del Ayuntamiento no había agua que les lavara: “en plena crisis se ponen con esas tonterías”.
No me entiendan mal, no estoy en contra de la fiesta de los toros. Tampoco a favor. No tengo una opinión clara, salvo que no me gusta que se utilice como arma política este tema. Si les soy sincero nunca he ido a los toros (como diría una amiga mía, “esta conversación ya la hemos tenido) y no los entiendo, pero tampoco soy de los que abogan por su prohibición. El que quiera, que vaya. Pero eso es una cosa y otra muy diferente es contratar conscientemente a un bicho que ha demostrado su peligrosidad extrema, como en este caso.
Si se ofenden lo siento muchísimo, pero no puedo evitar pensar que Sueca es el pueblo de los tontos: tonto el alcalde, tontos los vecinos que no protestan, tonta la autoridad que lo permite y tonto, muy tonto, el memo que se ponga a correr delante de un toro que ya se ha cargado a tres personas. Y si mata al cuarto en Sueca, veremos a la gente protestando y diciendo que es un hecho gravísimo, como si nadie lo hubiera podido evitar. Eso sí, por lo menos han conseguido una cosa, salir en todos los telediarios y tener a la gente hablando de Sueca, un pueblo del que yo, personalmente, no había oído hablar en mi vida. Hasta el nombre se presta al chiste fácil de los vecinos… haciéndose los suecos (léase con voz de Matías Prats).
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