No todo es cuestión de dinero, ni siquiera en la gestión municipal, la política, el turismo o la promoción de una ciudad. También está la imaginación, la audacia y echarle un poquito de cara dura. La microscópica ciudad de Riverside, en el estado de Iowa (USA) se ha puesto en el mapa de la forma más tonta al colocar un monolito de piedra conmemorando que el 22 de marzo del año 2.228 George y Winona Kirk tendrán un hijo, al que pondrán por nombre James Tiberius Kirk. Sí, han leído bien, en el 2.228. El bueno del muchacho se convertirá, según el universo Star Trek, en el famoso capitán Kirk, que dirigirá la nave Enterprise en su “misión continua de explorar extraños, nuevos mundos, de buscar nuevas formas de vida y nuevas civilizaciones, viajando audazmente a donde nadie ha llegado antes”.
Como trekkie confeso, aunque ya ven que soy muy discreto y este es únicamente el segundo artículo en que menciono a Star Trek en este blog, me ha llamado mucho la atención la noticia, pero no sólo como seguidor de la saga de ciencia ficción, sino como interesado en las políticas desarrolladas en algunas ciudades, o pueblos como en este caso.
Riverside tiene 950 habitantes más o menos, y han conseguido un eco que nunca habrían soñado de otra manera. Ni siquiera se han tenido que basar en la buena suerte de que Roddenberry, el creador de Star Trek, hiciera nacer a Kirk en su ciudad, ya que han sido ellos mismos los que han tomado la iniciativa. En la serie jamás se dijo el nombre del pueblo de Kirk, sólo el Estado, pero han sido más listos que el resto y se han autoproclamado cuna del famoso capitán.
Hay un precedente muy conocido por todos: Santiago de Compostela. Las más que razonables dudas sobre si los restos de la urna de plata son del apóstol Santiago o no son irrelevantes. Lo que cuenta es que hicieron, hace más de mil años, lo mismo que Riverside: inventarse una excusa para conseguir oleadas de peregrinos que, además de ayudar con la reconquista en el caso de España, trajeron jugosas divisas a nuestro país. Si es que ya está todo inventado.
Lugo, sin embargo, se empeña en perder el tiempo haciendo visitas guiadas al cementerio. Me encantaría saber cuántos turistas de verdad (es decir, restando a los lucenses que hemos ido a cotillear) han ido a verlo. Y a cuántos no les pareció una pérdida de tiempo. Desde luego, mucho más original y productivo lo del monumento con más de 200 años de antelación. El mundo es de los listos.
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