miércoles, 7 de diciembre de 2011

El último, que apague la luz al salir

Hay cosas que dan un poco de tristeza. Por ejemplo, cuando vemos que personas que han ejercido durante años una autoridad pública de cierta relevancia no saben dejar el puesto con un mínimo grado de dignidad, uno se apena.

Aunque tengo mis simpatías, hay cosas que están por encima de éstas, y una de ellas es el protocolo. La gran ventaja del protocolo, a pesar de que está bastante “demodé” defenderlo, es que soluciona muchísimos más problemas de los que puede crear. Con un rey “campechano” como el que tenemos, al que le gusta burlar a su propia seguridad y saltarse la rigidez de la etiqueta para saludar al pueblo llano (oh, ¡qué majo!), es lógico que este país de tiralevitas y aspirantes a cortesanos haga público escarnio de las normas de cortesía institucional que vienen a ser el protocolo.

Sin embargo, les garantizo que si existen esas normas y se acatan en los sitios serios, es por la sencilla razón que ya expuse: es una fuente de soluciones y no de problemas. Ya sé que es incómodo ponerse a buscar en un libro si la bandera de Galicia va a la derecha de la de España o a la izquierda, o si el Obispo entra antes que el Director General de Montes, por poner un ejemplo, pero el hecho de que existan unas normas básicas, lógicas, estrictas y cerradas hace que el señor Obispo no se mosquee si le pasan al Director General de Montes por las narices, o que si se cabrea al menos le podamos dar una explicación más o menos razonable.

Hay veces en que no es necesario el protocolo para solventar situaciones que el más sencillo sentido común nos puede ayudar a resolver, y otras en que las normas de etiqueta se soslayan intencionadamente para dejar mal al adversario político, a pesar de que para la gente más bien educada quien queda mal es quien hace la jugada. Recientemente tuvimos un ejemplo de cómo no se hacen las cosas.

Constitución

Hubo la tradicional recepción de la subdelegación del Gobierno, con motivo del día de la Constitución. Todos los años se celebra este acto y se invita a todos los cargos, representantes públicos y sociales (y el típico “croqueta” que siempre se cuela) lo que hace que sea especialmente importante prestar atención a quién se pone dónde. Pues bien, ¿saben dónde pusieron a los Diputados y Senadores?: entre el público. Lo pueden ustedes ver en las fotos que publicaba la prensa al día siguiente. Increíble.

Por mucho que se quiera retorcer la cosa, en un acto en la subdelegación del Gobierno, que es una parte de la Administración General del Estado, lo lógico es que las máximas autoridades sean los más altos representantes de éste. Como en la sala no había ministros, presidentes del Gobierno o similares, lo más alto del escalafón eran precisamente los Diputados nacionales. Se les dejó a un lado.

¿Quién estaba en la presidencia? El subdelegado del Gobierno (hasta ahí bien, era el anfitrión), el Alcalde de Lugo y el Presidente de la Diputación. Lo primero que sorprende es que el ViceAlcalde Bao y el VicePresidente de la Diputación del BNG hayan permitido a sus socios/camaradas acudir a este acto de la represión española sobre Galicia. Los del BNG nunca van, porque creo que consideran que la Constitución no va con ellos aunque sea la fuente de nuestro sistema autonómico, del que por otra parte viven, y bastante bien.

Pero sorprende más que una autoridad municipal y otra provincial se sitúen por encima de las nacionales en un acto del Estado. Bueno, no sorprende, más bien era previsible viendo el panorama político. Al no venir el señor José Blanco, tal vez porque el subdelegado tendría que dar parte a la Policía Nacional (para escoltarlo, no para detenerlo, no me entiendan mal), los únicos diputados serían los del PP y claro, no les vamos a dar ese honor.

Que en el Telediario de hoy veamos a José Bono acompañado de Zapatero y Rajoy es una lección de clase y buen gusto. Lo de la subdelegación, un ejemplo de pataleta, berrinche y una forma más bien poco elegante de retirarse a los cuarteles de invierno.

Pues nada, el último que apague la luz al salir, que ya vendrán otros a barrer, levantar alfombras y abrir las ventanas. Esperemos que traigan un libro de Protocolo y que lo usen. Buena falta hace.

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