miércoles, 21 de marzo de 2012

La charcutería más grande de España

Quienes ven en la Justicia algún tipo de dirigismo político supongo que respirarán aliviados con la condena a Jaume Matas, que nos permite atisbar que los jueces y tribunales no entienden de siglas, sino de pruebas, que es lo suyo. La absolución de Camps por un jurado y la condena de Garzón por sus compañeros de toga, ambas sentencias poco acordes al sentir de muchos medios de comunicación y buena parte de nuestros conciudadanos, hizo mucho daño a la percepción de la justicia en este país, esta España que parece preferir que estos temas se diriman en el Sálvame Deluxe que en un estrado.

corrupcion

Nuestra sociedad tiene un grave problema cuando sus ciudadanos acuden en masa a ver los debates políticos televisivos de La Noria, en lugar de apoyar con su audiencia a otros formatos más serios tipo 59 segundos (en breve liquidada por sus discretos resultados de seguimiento) o La Clave (en paz descanse). Pan y circo. Al que más grita es al que más se le escucha y nos quedamos tan anchos.

Para Rajoy es un papelón ahora que le tiren de hemeroteca por aquello de que quería dirigir en España un gobierno “como el de Jaume Matas” (o algo así, no sé las palabras exactas pero esa era la idea), además de haberlo tenido como compañero de Consejo de Ministros en el segundo gobierno Aznar. Algo similar a lo que Felipe González debió de sentir con lo de Barrionuevo, aunque Felipe en lugar de renegar de Barrionuevo fue a darle un abrazo cuando entró en prisión, lo cual es, como mínimo, llamativo.

Pero no me entiendan mal, no voy a sacar aquí los delitos cometidos por cargos del PSOE, del PP y el resto de partidos para hacer una comparación (esto se convertiría en la wikipedia) y continuar con la estúpida senda del “y tú más”. Este país necesita urgentemente dos cosas: asumir que nadie se puede hacer rico en la administración (ni siquiera dirigiéndola) y que todos los colectivos, con independencia de su actividad y espectro político si lo tienen, son susceptibles de alojar chorizos sin que eso suponga necesariamente una responsabilidad de la organización.

La corrupción no es de izquierdas ni de derechas, es propia de la sociedad y sus valores, y es un síntoma de que esa sociedad está enferma. No hace demasiados años la corrupción se veía casi como algo normal. En lugar de buscar cómo recurrir una multa se buscaba a ver si te la podía quitar un amigo; si tenías un colega en la Xunta le pegabas un telefonazo a ver si te podía “mirar cómo va ese expediente”; si tu compadre dirigía un chiringuito la cosa ya era de comida en reservado de restaurante para que te comprara a ti los bolis y los folios en lugar de al proveedor más barato… Así, claro, compraban los bolis a cinco euros la pieza cuando en una papelería cuestan 20 céntimos, y todo el mundo lo veía sino normal, al menos como un “no es para tanto”.

Pero no sean cínicos, no lo ciñan a la política. En época de bonanza todas las asociaciones se acostumbraron a vivir de las subvenciones, los empresarios a no arriesgar su dinero sino el público, los sindicalistas a vivir “liberados” de la horrible carga de trabajar… Todos los chorizos que pudieron se dejaron corromper, tanto los que anidaban en árboles políticos como el resto. No me digan que no conocen a taxistas, hosteleros, funcionarios, médicos, pintores o asistentes chorizos. Esto fue jauja mientras duró el chollo, basado en la presuntamente eterna escalada de precios en la vivienda que resultó no serlo y en la relajación que da la bonanza económica en que parece que nunca pasa nada. La Administración se convirtió en la charcutería más grande de España, pero todos los sectores tenían sucursales de choriceo.

Ahora toca pagar la factura, salvo indultos como el escandaloso de Hormaechea en tiempos de Felipe, el del banquero del Santander por Zapatero o el más reciente de un alto cargo de la Generalitat de Pujol y otro banquero por parte de Rajoy. No me quiero liar con este tema, pero es que lo de los indultos es el colmo del absurdo jurídico… lo dejamos para otro día.

Ni la Casa Real queda ajena a esta ola de chorizamen, con la presunta implicación del anteriormente favorito Urdangarín, aquel que hacía que la gente dijera “mira qué guapo, con éste sí han acertado, y no como con el de los pantalones horteras o la borde del déjame terminar”. Aquí hay para todos, hasta para los guapos.

Nuestro deber como Sociedad es confiar en los poderes públicos, pero ojo, como los padres confían en sus hijos, pidiéndoles las notas de vez en cuando e incluso vigilándolos cuando van al cole. Una cosa es fiarse y otra ser imbécil. Tampoco vamos ahora a llenar los juzgados de denuncias tontas, pero no se callen. Si ven algo susceptible de chanchullo su obligación es denunciarlo y, lo que es más importante, ofenderse como ciudadano que paga sus impuestos y no intentar ponerse a la cola para chupar del bote.

LUTHER La Democracia no es elegir dictadores, es controlar los poderes públicos desde la sociedad civil. Cada vez estoy más convencido de que sería importante fundar una especie de asociación en plan americano de defensa de los derechos civiles, una en serio con gente convencida de la importancia de oponer al poder político el de la sociedad de a pie, una organización que se encargue de denunciar los flagrantes incumplimientos legales que un particular no puede o no se atreve a poner sobre la mesa de un juez o un fiscal… ¿Se animan? A partir de tres personas nos podemos constituir como Asociación. Me faltan dos.

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