Ya sé que soy insistente con algunos temas, pero es que me cuesta muchísimo trabajo aceptar la dictadura de la estupidez sin pelear contra ella cada vez que tengo un argumento nuevo. Si ya están ustedes hartos de leer sobre las normas del PEPRI y el URBAN sobre estética en la zona vieja, les recomiendo que hoy lean otra cosa porque voy a hablar de eso.
Verán, nuestros paletísimos gobernantes están aplicando su rodillo legal, que se denomina “normas urbanísticas” para uniformar la ciudad de Lugo y poner todo como a ellos les gusta. Entre las cosas más llamativas está que todos los toldos y paraguas de la ciudad (sin excepción) serán del mismo color. Todos. También llama poderosamente la atención que en un casco histórico se prohíban las puertas de madera, y tengas que pintarlas del mismo color que las ventanas del edificio, que en Lugo habitualmente son blancas, con lo que imagínense el panorama. Esto va a parecer un cementerio con tanta lápida blanca.
El problema de raíz es que se pretende vestir a una novia fea con un traje de diseño, a ver si así parece menos fea. No, no estoy diciendo que Lugo sea feo, no se me revolucionen. Lo que digo es que esta ciudad tiene problemas estéticos muchísimo más graves que el color de los toldos, como por ejemplo el cableado de las fachadas (competencia municipal, que también viene en algún artículo del PEPRI y que ellos curiosamente olvidan de aplicar cuando no les conviene), las espantosas plazas que nuestros próceres nos están colocando (ejemplos claros son San Marcos y O Cantiño), o los edificios que desafían la estética de la ciudad y que recientemente han recibido, contra toda lógica, licencia municipal.
Lugo no es Venecia, hay que asumirlo. En nuestra defensa diré que ningún sitio del mundo que yo conozca es como Venecia. Es una ciudad con un encanto especial, y tan diferente del resto del planeta que no hay nada que resista la comparación. Pues ni siquiera en Venecia son tan nazis con el tema de los colores y la libertad de cada uno para poner terrazas diferentes y bonitas como aquí. Allí ves un toldo rojo junto a uno verde, azul o blanco y no pasa nada. Las terrazas son cada una de su padre, como debe de ser, y la imagen global es la de una estética impecable.
Pero fíjense si además el Ayuntamiento se contradice a sí mismo que cuando tiene que aplicar las normas en “sus” instalaciones mete la pata. Ya no voy a hablar de los edificios municipales, que ninguno cumple el PEPRI, sino de algo más reciente. Acaban de abrir la cafetería del Parque de Rosalía de Castro que se ha construido al amparo de las nuevas normas municipales, hecha con dinero público y en una zona declarada bien de interés cultural. Además, llevan varios años dando la lata con que el Parque es un bien de la ciudad de primer orden y con el presunto plan director del parque que todos pensábamos que existía y que por lo visto no hay.
Pues bien, en el parque han puesto una terraza con paraguas azules, nada que ver con el soso beige obligatorio en el centro, y sillas de metal de toda la vida. Eso nos deja dos explicaciones: o el parque no es tan digno como el Alcalde afirmaba, o como la cafetería es concesión del Ayuntamiento ahí no se aplican las mismas normas que al resto de los mortales.
Paradójico o simplemente una tomadura de pelo, juzguen ustedes mismos.
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