lunes, 16 de febrero de 2015

Que 21 decapitados no es nada...

Que se decapite a 21 personas en donde Cristo perdió el gorro parece que es ciertamente noticiable, pero poco relevante, si lo comparamos al menos con lo sucedido en Dinamarca o con los atentados de París. Hay una norma no escrita que dice que cuanto más lejos sucede algo más muertos hacen falta para que salga en titulares, y es trágicamente cierto.


Eso sí, después nos fijan el objetivo en un tipo que hace algo ligeramente extravagante en el estado de Arkansas (qué sé yo, dejarse crecer las uñas medio metro o algo así), con esa facilidad que tienen los americanos para universalizar sus estupideces, y todos nos quedamos tan tranquilos, con esa normalidad que da la costumbre a ciertas cosas.

Lo que nos importa no es tanto que se hayan cargado a 21 señores, que nos da penita, como que es altamente improbable que nos toque a nosotros, ya que el mal llamado Estado Islámico se lleva por delante sobre todo a la gente que tiene a mano. Eso sí, cuando el atentado es en París ya nos da el canguelo porque nunca se sabe… y sobre todo si afecta a un medio de comunicación, que por aquello del corporativismo siempre se difunde más lejos, más rápido y con titulares más gordos.

¿A qué espera occidente para reaccionar en serio? ¿A que nos invadan, literalmente hablando, para recuperar Al-Ándalus que es lo que vienen anunciando? ¿A que realmente se conviertan en un Estado legalmente constituido? Que 21 decapitados no es nada...

El problema de estas cosas en que juega el espionaje, el contraespionaje, el recontraespionaje, la supuesta “inteligencia”, las maniobras geopolíticas, la estabilidad de los países que suministran a occidente su dosis de petróleo… es que nunca estás convencido de saber de qué va el asunto. Nos lo demostraron con Sadam Husein, que les salió rana pero que fue aupado al poder por occidente porque era un “moderado” (menos mal…). Y ya ven cómo acabó. Y lo que no sabremos.

Iniciar una guerra es un problema, porque estamos en un momento histórico en que si Hitler gobernara en Alemania la invasión de Polonia sería vista con buenos ojos por mucha gente con tal de no meterse en problemas. Y acabaríamos todos levantando el brazo ante el paso de la esvástica, claro está.

El autodenominado Estado Islámico, que ni es Estado ni ná, puede provocar una reacción sólo si son tan torpes como para seguir atentando en Europa. Porque si los vemos cerca quizás entonces sí que haya una reacción global, y por mucho que se emperren es complicado que venzan si las cosas se ponen serias. Eso sí, por el camino se llevarán muchas vidas y probablemente muchos derechos. ¿Todo sea por la “seguridad”?

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