Luego nos quejamos de los enchufes para conseguir un puesto en la Diputación, entradas de primera fila en un concierto o no tener que esperar demasiado en la ITV. Si el titular del diario 20 minutos es cierto, y no les he pillado por ahora en renuncios como la famosa foto de Hugo Chávez fiambre que publicó El País en su día y que se demostró falsa, “Combatientes de Estado Islámico se quejan de que las listas para inmolarse están amañadas”…
Si les soy sincero no sé qué comentar sobre la noticia. Quizás que es sorprendente pasarse quince minutos intentando confirmar que el titular es correcto y no un error que asigna a un medio serio un artículo de “El Mundo Today”. O quizás que si es una broma, que lo dudo, sea tan fantástica que hasta podría ser cierta.
La reacción normal es pensar que si “están chalados”, que “vaya las cosas que dicen” y cuestiones semejantes, pero antes de ponernos en esa tesitura deberíamos recordar que, en otra escala, cosas parecidas pasan en nuestro país. No veo diferencia en la raíz que impulsa a esta gente a pelearse por suicidarse en nombre de su dios, en comparación con los costaleros que se desgracian el cuerpo trasladando pesadas imágenes, lo que es considerado uno de los más grandes honores de su vida.
Costaleros heridos - TVE1 |
Sí, sí, ya lo sé. Que no es lo mismo cargar con una escultura que matar a gente a costa de la propia vida, pero en esencia es la misma cuestión sólo que elevada a la enésima potencia. La fe se convierte en algo que perjudica al creyente, que se mortifica o directamente se suicida pensando que eso le garantiza el camino a un supuesto cielo eterno.
Otra cosa es la situación de esas personas que viven su fe entregando su existencia a la mejora de las condiciones de los demás. Pienso en los misioneros, por ejemplo, que más allá de hacer difusión de su religión se pasan el día atendiendo enfermos, construyendo hospitales, buscando agua potable en pozos inimaginables… Son un buen ejemplo de lo que un sacrificio puede tener de positivo para la sociedad y para el conjunto de la humanidad.
La religión no tiene por qué tener nada de malo, como el fútbol, pero si genera violencia, ya sea sobre la propia persona o, lo que es peor, sobre terceros, entonces sí hay que trazar una línea roja y decir que hasta aquí hemos llegado.
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