Ayer repartí la carta por la que convocaba la asamblea anual de Lugo Monumental, y como punto principal del orden del día la elección de una nueva presidencia, ya que al jubilarse mi madre y cerrar el Verruga entiendo que mi vinculación con el empresariado del casco histórico desaparece con lo que no tendría sentido continuar.
Hubo hasta una amiga muy bienintencionada que me ofreció una participación en una empresa para que me pudiera quedar, pero si les soy sincero sería algo tan sumamente artificial que no le vería sentido ni yo mismo. De hecho hay antecedentes en esta ciudad de personas que hicieron algo parecido para presidir durante años asociaciones y siempre lo critiqué porque me parecía ridículo y no voy a hacer lo mismo. También tenemos otros casos ridículos pero si sus socios no dan un paso adelante para evitar esas cosas no seré yo el que tire la piedra, allá ellos y sus intereses. Yo hago lo que creo que he de hacer pero no me considero quién para dar lecciones de nada.
La vida tiene estas cosas, está llena de cambios y de etapas que se abren y se cierran. Además, Lugo Monumental también superó la marcha de Cesar Navia, el mejor presidente que tuvo (muchísimo mejor que yo, a años luz).
Evidentemente echaré de menos muchísimo una asociación a la que he dedicado tres años y pico con bastante intensidad y que me ha dado algunos quebraderos de cabeza y muchas alegrías. Las segundas compensaron con creces los primeros.
Nuestra asociación funcionó durante todo este tiempo sin recibir ni un euro público. Tuvimos alguna colaboración material (cosas que organizábamos conjuntamente con alguna administración), pero nos negamos desde el primer momento a pedir la más mínima subvención, con el convencimiento de que tal y como funciona el tema a día de hoy lo único que producen es una descarada dependencia de los poderes públicos, y siempre he pensado que el movimiento asociativo debe ser una representación de la sociedad civil y servir de contrapeso a quienes consideran que por ganar unas elecciones son omnipotentes.
Sí, estoy de acuerdo en que los legítimos representantes del pueblo son los miembros de un pleno, ya sea municipal, autonómico o nacional, y también soy consciente de que la inmensa mayoría de las asociaciones son entes dictatoriales en que el mismo presidente está ahí desde hace veinte o treinta años utilizando, en muchos casos, la asociación para su propio lucro personal o sentirse importante. Pero eso no quiere decir que las asociaciones no sean importantes. Les pasa un poco como a los sindicatos, que tienen una filosofía y un fin noble pero están prostituidos por intereses espurios.
El concepto de Sociedad Civil, que en la cultura anglosajona está muy enraizado (ya podíamos copiar esto y no las gorras ladeadas y el “Halloween”), aquí nos resulta ajeno, ya que de hecho surgen asociaciones como hongos cuyo único fin es chupar recursos públicos, lo que debería ser ilegal además de vergonzoso.
Evidentemente el tener poco dinero da muchísimo trabajo, porque no tienes una oficina, ni personal que te haga el trabajo más duro, pero también tiene sus recompensas. Durante estos años la directiva ha hecho labores de cartero, montador, instalador, camarero y hasta electricista y aunque ha dado chollo ha sido muy satisfactorio. Nos hemos divertido.
Aún queda un mes para el adiós final, ya que hasta el 30 de diciembre no es la Asamblea, pero como hoy la prensa recoge unas líneas sobre el asunto no quería dejar de compartir mi punto de vista con mis amigos del blog. Que sea para bien.
La vida tiene estas cosas, está llena de cambios y de etapas que se abren y se cierran. Además, Lugo Monumental también superó la marcha de Cesar Navia, el mejor presidente que tuvo (muchísimo mejor que yo, a años luz).
Evidentemente echaré de menos muchísimo una asociación a la que he dedicado tres años y pico con bastante intensidad y que me ha dado algunos quebraderos de cabeza y muchas alegrías. Las segundas compensaron con creces los primeros.
Nuestra asociación funcionó durante todo este tiempo sin recibir ni un euro público. Tuvimos alguna colaboración material (cosas que organizábamos conjuntamente con alguna administración), pero nos negamos desde el primer momento a pedir la más mínima subvención, con el convencimiento de que tal y como funciona el tema a día de hoy lo único que producen es una descarada dependencia de los poderes públicos, y siempre he pensado que el movimiento asociativo debe ser una representación de la sociedad civil y servir de contrapeso a quienes consideran que por ganar unas elecciones son omnipotentes.
Sí, estoy de acuerdo en que los legítimos representantes del pueblo son los miembros de un pleno, ya sea municipal, autonómico o nacional, y también soy consciente de que la inmensa mayoría de las asociaciones son entes dictatoriales en que el mismo presidente está ahí desde hace veinte o treinta años utilizando, en muchos casos, la asociación para su propio lucro personal o sentirse importante. Pero eso no quiere decir que las asociaciones no sean importantes. Les pasa un poco como a los sindicatos, que tienen una filosofía y un fin noble pero están prostituidos por intereses espurios.
Por ahí lo tienen muy claro... |
El concepto de Sociedad Civil, que en la cultura anglosajona está muy enraizado (ya podíamos copiar esto y no las gorras ladeadas y el “Halloween”), aquí nos resulta ajeno, ya que de hecho surgen asociaciones como hongos cuyo único fin es chupar recursos públicos, lo que debería ser ilegal además de vergonzoso.
Evidentemente el tener poco dinero da muchísimo trabajo, porque no tienes una oficina, ni personal que te haga el trabajo más duro, pero también tiene sus recompensas. Durante estos años la directiva ha hecho labores de cartero, montador, instalador, camarero y hasta electricista y aunque ha dado chollo ha sido muy satisfactorio. Nos hemos divertido.
Aún queda un mes para el adiós final, ya que hasta el 30 de diciembre no es la Asamblea, pero como hoy la prensa recoge unas líneas sobre el asunto no quería dejar de compartir mi punto de vista con mis amigos del blog. Que sea para bien.
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