A mediados de 2003 se inauguraba a bombo y platillo la nueva y flamante sala de control de tráfico de Lugo, una instalación que nos costó 500.000 euros y cuya cinta cortaron el entonces alcalde, José López Orozco, y su mano derecha Francisco Fernández Liñares, que era (ironías de la vida) concejal de seguridad. Lo que cambian las cosas.
Se suponía que aquella maravilla tecnológica acabaría para siempre con los atascos, ya que se podría controlar remotamente el funcionamiento de los semáforos y esto, hábilmente unido a a la red de cámaras de control, permitiría que dejaras pasar el flujo de tráfico según la necesidad real del momento.
Muchos euros después, con el paso de empresas y personal público (que también es de asumir que costaron un amplio presupuesto), seguimos con atascos, y no solo eso sino que vemos cosas que rozan el ridículo y que tendrían sentido con el sistema viejo, pero no con el entonces novedoso (ya pasaron casi tres lustros así que nuevo, lo que se dice nuevo, ya no es).
Hoy se cortó el tráfico a una zona de la Ronda de la Muralla. Concretamente la que va desde la puerta de San Fernando hasta la Martínez. Sin embargo los semáforos no se han dado por enterados y siguen dando luz verde al inexistente tráfico de vehículos. Es cierto que se ha dado prioridad a los que vienen por vías alternativas, y que los ciclos de semáforo son diferentes (por ejemplo en la Martínez está más tiempo abierto el semáforo de la calle Anduriñas que el de la ronda) pero sigue habiendo ridículos momentos en que se pone verde el de la Ronda para un tráfico fantasma. Lo suyo, digo yo, sería poner los semáforos en naranja salvo para el paso de peatones.
Por su parte, en el cruce de la Ronda de la Muralla con San Fernando y Avenida de la Coruña siguen señalizados tres carriles, el derecho que se desvía a esta última arteria, y los dos (central e izquierdo) que absurdamente siguen siendo regulados de forma independiente, lo cual no tiene el más mínimo sentido porque todo el tráfico ha de ir por esa Avenida. El sorprendido conductor que está haciendo el tonto en el carril izquierdo o el central se encuentra con que mientras tiene su semáforo en rojo, los de la derecha van hacia la Avenida de la Coruña y que cuando a él se le pone verde se tiene que unir a ese río de coches… en un único carril. Porque esa es otra, no se han molestado en poner unos pivotes que señalicen que el carril central de la avenida de la Coruña se invierte hasta Concepción Arenal para que los coches hagan dos filas de salida de la Ronda, con lo que los atascos son monumentales.
Son cosas que parecen de lógica pura. Cuando la Ronda está atascada también sería lógico que de 14:30 a 15:00 se invirtiera el sentido de la calle Luis Cordeiro (antes Ruiz de Alda) para que los coches que salen de la Xunta en gran número bajaran y se incorporaran a Miguel de Cervantes, eliminando un flujo que ahora mismo la Ronda no puede soportar. Se ve que se les complica demasiado y han pasado del tema. Y no será porque no se les dijera.
Cuando planificas el corte de una de las principales vías de tráfico rodado de la ciudad lo suyo es tomar ciertas precauciones, las que dicta el sentido común y que pasan, sobre todo, por hacer que los conductores sufran el menor de los trastornos posibles. No es el caso.
Esa sala que nos costó un ojo de la cara aparentemente no sirve para gran cosa, y si la regulación semafórica se reduce a dar prioridad a una calle sin que se pueda eliminar de la ecuación el ciclo de luces de una calle cortada ya me dirán ustedes para qué demonios nos hemos gastado los cuartos.
Si, además de eso, dejas a los policías locales (por cierto, muy visibles estos días) a los pies de los caballos, inmersos en un caos de circulación que no pueden controlar porque los conductores no tienen información, el resultado es el que tenemos: atasco tras atasco.
Y lo que te rondaré morena, porque hay obras para rato.
Se suponía que aquella maravilla tecnológica acabaría para siempre con los atascos, ya que se podría controlar remotamente el funcionamiento de los semáforos y esto, hábilmente unido a a la red de cámaras de control, permitiría que dejaras pasar el flujo de tráfico según la necesidad real del momento.
Muchos euros después, con el paso de empresas y personal público (que también es de asumir que costaron un amplio presupuesto), seguimos con atascos, y no solo eso sino que vemos cosas que rozan el ridículo y que tendrían sentido con el sistema viejo, pero no con el entonces novedoso (ya pasaron casi tres lustros así que nuevo, lo que se dice nuevo, ya no es).
Semáforo dejando pasar a coches fantasma... |
Hoy se cortó el tráfico a una zona de la Ronda de la Muralla. Concretamente la que va desde la puerta de San Fernando hasta la Martínez. Sin embargo los semáforos no se han dado por enterados y siguen dando luz verde al inexistente tráfico de vehículos. Es cierto que se ha dado prioridad a los que vienen por vías alternativas, y que los ciclos de semáforo son diferentes (por ejemplo en la Martínez está más tiempo abierto el semáforo de la calle Anduriñas que el de la ronda) pero sigue habiendo ridículos momentos en que se pone verde el de la Ronda para un tráfico fantasma. Lo suyo, digo yo, sería poner los semáforos en naranja salvo para el paso de peatones.
Lo suyo sería hacer que el carril central se desvíe a Concepción Arenal y el derecho siga por Avda Coruña. Es la teoría pero no está bien señalizado y se lía... |
Son cosas que parecen de lógica pura. Cuando la Ronda está atascada también sería lógico que de 14:30 a 15:00 se invirtiera el sentido de la calle Luis Cordeiro (antes Ruiz de Alda) para que los coches que salen de la Xunta en gran número bajaran y se incorporaran a Miguel de Cervantes, eliminando un flujo que ahora mismo la Ronda no puede soportar. Se ve que se les complica demasiado y han pasado del tema. Y no será porque no se les dijera.
Cuando planificas el corte de una de las principales vías de tráfico rodado de la ciudad lo suyo es tomar ciertas precauciones, las que dicta el sentido común y que pasan, sobre todo, por hacer que los conductores sufran el menor de los trastornos posibles. No es el caso.
Esa sala que nos costó un ojo de la cara aparentemente no sirve para gran cosa, y si la regulación semafórica se reduce a dar prioridad a una calle sin que se pueda eliminar de la ecuación el ciclo de luces de una calle cortada ya me dirán ustedes para qué demonios nos hemos gastado los cuartos.
Si, además de eso, dejas a los policías locales (por cierto, muy visibles estos días) a los pies de los caballos, inmersos en un caos de circulación que no pueden controlar porque los conductores no tienen información, el resultado es el que tenemos: atasco tras atasco.
Y lo que te rondaré morena, porque hay obras para rato.
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