Martínez, inocente. Foto: El Progreso |
El sábado nos enterábamos de que Manuel Martínez, el otrora azote del PP y ahora pesadilla de toda la corporación provincial porque nunca saben por dónde va a salir, ha sido declarado inocente del caso por el que le imputaron y que le costó la presidencia de la Diputación gracias a la irracionalidad de un BNG que se niega a contemplar la presunción de inocencia como algo a defender.
Aunque solo sea por estrategia y sentido común, miren ustedes la que han liado para nada. Si hubieran tenido la decencia de contemplar la posibilidad de que Martínez era inocente, como finalmente ha dictaminado el juez que no ha encontrado ni asomo de sospecha (lo que da que pensar de cómo se imputa alegremente a la gente en este santo país) otro gallo les habría cantado y se habrían evitado tantos y tantos problemas, no solo con la gobernabilidad de la Diputación, sino con su propio futuro, porque no tengan duda de que tarde o temprano se les volverá en contra su talibanismo.
Que conste que no es solo el BNG, hay muchos más partidos que han hecho de su caza del acusado un deporte nacional, apoyados cobardemente por una prensa sensacionalista e impaciente que no quiere tomarse la molestia de seguir el largo proceso que nuestros tribunales siguen para declarar a alguien culpable con las mayores garantías. Desde que está acusado es culpable a los ojos del mundo así que para qué perder tiempo con temas baladíes como las pruebas, las condenas y todas esas tonterías que nos atan al resto de los mortales.
Luchar contra la corrupción no es luchar contra los acusados, sino contra los culpables. A ver si nos vamos enterando. Que un chorizo confeso levante un dedo acusador y caigan ministros y todos los que se les pongan por delante no solo no es lógico sino que es una aberración que nuestro país acepta con la naturalidad del que se divierte viendo caer a los de arriba por pura maldad colectiva. Es muy divertido ver cómo guillotinan a un rey, principalmente porque es difícil ponerse en su lugar.
Martínez ha sido víctima de la falta de profundidad ideológica de sus compañeros de corporación, que han optado por la veracidad de la sospecha propia de regímenes totalitarios en lugar de la presunción de inocencia, que es la seña de identidad del Estado de Derecho.
Sí, ya sé que muchos pensarán que con lo de Soria, Bárcenas, Bertín Osborne, Imanol Arias, los habituales cristos de Valencia, los Pujol, los EREs… y ahora encima Manos Limpias y Ausbanc ya no tenemos esperanza y que este país está formado exclusivamente por chorizos y ladrones, pero recuerden que muchos de esos casos son solo acusaciones que aún hay que demostrar, y aunque reconozco que es cierto que apuntan tendencia, precisamente cuando los principios se ponen a prueba es cuando hay que reforzarlos.
No se trata de defender al criminal, sino de esperar a que lo sea legalmente. Las leyes tienen unos procesos por una razón fundamental: evitar por todos los medios que un inocente sea condenado por algo que no hizo, cosa cada vez más compleja con la confusión entre realidad y psicosis colectiva que nos está invadiendo y que nos hace ver mangantes por todas partes, quizás porque los hay en ingentes cantidades.
Martínez se une hoy al coro de otros líderes que imagino que defenderán desde este día la presunción de inocencia a toda cosa. Lástima que no cayera antes del caballo, pero bienvenido al club. Podemos hacer unas camisetas o algo.
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