Inauguración plagada de autoridades y desmontaje sin perrito que les ladre. Entre las fotos han pasado dos semanas... Fotos: La Voz de Galicia |
Trece días duró la instalación, que además no fueron precisamente los mejores del calendario. Frío, lluvia y un desapacible tiempo otoñal que, desde que se desmontó la rampa, ha mejorado (la mala pata está siendo la tónica habitual en este tema).
La pregunta que hay que hacerse es si la inversión realizada en la gran instalación, el traslado de los mejillones y demás actuaciones fueron proporcionales al nulo uso que se le dio a la plancha esa que pusieron en el río.
Verán, nadie duda de la buena fe del Gobierno Local a la hora de diseñar una gran instalación. De lo que podemos dudar es de su eficiencia ya que lo proyectado no se podía poner porque los informes medioambientales lo desaconsejaban (incluido el de la UNESCO, que desmonta la teoría de “Xunta mala”), pero aún así se gastaron 300.000 euros de nuestro dinero en adquirir unas piscinas flotantes de plástico que estarán ahora cogiendo moho en algún almacén, por el que me juego algo a que pagamos un generoso alquiler.
¿En qué cabeza cabe que se hagan así las cosas? Tumbonas, socorristas, vestuarios… para una tabla de 2x5 metros malamente puesta junto al río. En política se puede hacer todo menos el ridículo, pero ese axioma en Lugo nos lo hemos saltado hace ya unos añitos, y se ve que no pasa nada.
Sigo sin comprender por qué la playa fluvial no se hace donde el sentido común indica, en la vieja fábrica de la luz, pero oigan, doctores tiene la Iglesia y a nosotros sólo nos toca pagar disparate tras disparate con la anunciada subida de impuestos. A ver si se pensaban que esto iba a salir gratis.
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