jueves, 11 de febrero de 2016

Elecciones en el PP de Lugo

El PP de Lugo vive un proceso al que no está acostumbrado: dos candidaturas para un mismo puesto. Tradicionalmente esto se solventaba con lo que venía a denominar una “lista de consenso” que no venía a ser otra cosa que un pastiche en que el que previsiblemente iba a perder entregaba las armas y la cabeza de lista al otro candidato, que a partir de ese momento integraba al presunto derrotado en su equipo y así todos contentos, menos los votantes que se quedaban con las ganas de poder elegir.

Las elecciones, por definición, son el acto de elegir. Parece una cosa de Perogrullo pero no lo es tanto cuando vemos que en muchas ocasiones las listas únicas nos ofrecen el pescado ya vendido. La supuesta fortaleza interna que refleja ese hecho no es más que, en muchas ocasiones, falta de valentía o, directamente, sentido común para no enfrentarte a los palos que la todopoderosa dirección te mete en las ruedas como pretendas hacer algo diferente de lo que marcan los de arriba. Mal asunto.

En esta ocasión hay cosas que son como mínimo mosqueantes. Eso de que al día siguiente de saberse que Barreiro no iba a repetir como en la presidencia provincial del PP de Lugo ya saliera una de las candidatas, Elena Candia, a proponerse como tal cuando escasas horas antes defendía a capa y espada la permanencia de José Manuel suena a información privilegiada. Sacó los tanques a la calle antes de que los demás supieran que estaban en guerra. Ese despiste intencionado del posible rival es una de las más obvias y efectivas tácticas para evitar que surja una alternativa: dar por sentado que está todo cerrado y que el presidente saliente ha dejado colocado a su delfín. Delfina en este caso.

Pero no contaban con la siempre imprevisible Raquel Arias, una de las figuras que tradicionalmente han sonado como “presidenciables” para el PP lucense. Tras un par de días de calcular sus posibilidades, se decidió a dar el salto y encabezar una lucha que muchos veían como de David contra Goliat pero que se va equilibrando a marchas forzadas. Parece que las cosas ya no están tan claras para el bando de Candia, que empieza a dar síntomas de cierto nerviosismo que se traduce en llamadas y peticiones de apoyo cada vez más cargadas de bombo por decirlo con suavidad.

Elena Candia
Tanto Candia como Raquel son dos personas que gozan de cierta popularidad, solo que con matices. La primera la logró al conseguir la presidencia de la Diputación de chiripa gracias al “Martinazo”, tras una breve carrera política que la encumbró a la velocidad del rayo, quizás por sus amistades con Barreiro y Balseiro, y pasando por delante de otros afiliados que llevaban muchos años chupando rueda. Por supuesto tiene también sus propios méritos como el haber logrado mayoría absoluta en Mondoñedo, uno de los cada vez más escasos ayuntamientos en que el PP puede gobernar con tranquilidad.

Raquel Arias
Raquel tiene una experiencia larguísima, como alcaldesa (la más votada de Galicia), diputada autonómica y nacional, y demás cargos que ha tenido en estos años. Nunca se le han subido a la cabeza y siempre ha tenido una palabra amable y un saludo sonriente para todos, incluso los que nos hemos dado de baja del partido por diversas cuestiones. Eso le honra.

En cuanto al tema desde el prisma puramente local, Candia tiene una gran ventaja sobre Raquel: ha integrado en su candidatura a Quique Rozas, que es un tipo que despierta simpatías, y deja por tanto a Raquel que “se quede” el apoyo de Jaime, un regalo envenado ya que Castiñeira resta mucho, muchísimo más de lo que suma en cualquier opción. Nadie olvida sus más que evidentes limitaciones como presunto líder de la oposición, y su caída electoral desmesurada, llevando al PP al nivel de voto de los años 80. Esto, unido a que el tacticismo de su apoyo se puede ver con bastante claridad como un intento de mantenerse en el Parlamento de Galicia a toda costa, lo hacen un lastre más que un premio.

Hace un año y pico que no milito en el PP así que mi opinión en este asunto es totalmente irrelevante, ya que no puedo votar. Sin embargo precisamente porque no tengo interés personal alguno en este asunto se la voy a dar: a pesar de la dilatada experiencia de Raquel, ella es la candidata de la renovación del PP mientras que la “nueva” Candia, como ella misma ha declarado, es la del continuismo. Creo firmemente que el PP de Lugo (y el PP en general) ha de cambiar, recuperar el rumbo que no debió perder jamás y regenerarse con gente que busque algo más que el poder, si bien reconozco que en la política están quienes lo desean (de ahí lo de “algo más”).

Se podrá malpensar que mi apoyo a Raquel viene de mi condición de “empleado suyo”, pero eso es desconocer la inamovilidad del funcionario público, así que no perderé tiempo explicando pormenorizadamente que no influye en mi trabajo lo más mínimo porque estamos a muchos puestos de distancia. Sería como pensar que todos los funcionarios de la Xunta han de apoyar a Feijoo porque es su “jefe”, cosa obviamente ridícula y alejada de la realidad.

Mi apoyo a Raquel se debe a que creo que es de las pocas personas que puede lograr que el PP de Lugo entre en una nueva etapa en la que, quién sabe, incluso algunos de los muchos que nos hemos marchado podríamos plantearnos regresar. Quizá esa sea una de las mayores paradojas de este asunto, y uno de los grandes problemas de Raquel, que munos de los que estábamos hartos de cómo se hacían las cosas en el PP en los últimos años nos hemos marchado y no podemos votarle.

Otro día seguimos.

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 EDICIÓN:

No me gusta editar los post una vez colgados pero esta vez haré una excepción. Un buen amigo me ha indicado que había obviado la "espantá" de Raquel cuando no se logró la mayoría absoluta en la Diputación y tiene razón. Que sea mi preferencia en esta elección no quiere decir que vaya a intentar esconder nada porque no es mi estilo.

Raquel se equivocó. Así de simple. Probablemente su error más grave de cara a la militancia haya sido el renunciar a liderar el grupo provincial al no lograrse la mayoría absoluta, y precisamente ese error fue el que encumbró a Elena Candia a la primera línea política con su mandato como presidenta. Si la propia Raquel fuera la que protagonizaba ese papel probablemente hoy nadie le discutiría la presidencia.

Sin embargo, no creo que ese error, que no discuto, haga que no sea mi opción favorita, ya que tengo la impresión de que el continuismo anunciado por Candia lo único que hará es mantener en los mismos puestos a la gente de siempre. Si hay que elegir entre lo que había y una nueva línea avalada por el "estilo Feijoo" apuesto por esto último. ¿Que no es la panacea? Pues no, pero una vez más el PP se ve obligado a elegir el mal menor.

Saludos y gracias a Óscar por el recordatorio ;)

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