El conflicto del EMEVÉ toca a su fin. Menos mal.
No soy un fan de ningún deporte pero le tengo cariño a dos equipos concretamente: al Breogán por vinculación familiar y por todas aquellas tardes de sábado en que me tocaba estar haciendo tiempo en el pabellón viejo jugando a la máquina de marcianitos del bar (mis padres no se fiaban de mí como para dejarme solo en casa… no sé por qué… ni que me diera por quemar algo o pintar la cocina de blanco…) y el EMEVÉ porque mis recuerdos del equipo son los de mi hermana jugando.
El EMEVÉ, siglas de “El Mejor Equipo de Voleibol de España” nació en el seno de una familia, los Bouza. Ana Bouza fue la entrenadora de mi hermana, por ejemplo, y encima eran vecinos de mis abuelos así que en un “esto es Lugo” nos conocíamos todos.
Tras marcharse mi hermana a Madrid la escasa relación personal que pudiera mantener yo con el voleibol se fue con ella, y no la recuperé hasta que en 2012 me embarqué en presidir una asociación del casco histórico, ya que la secretaria era Toñi, que a su vez es parte de la directiva del EMEVÉ, y su pasión innegable por todo aquello en que se mete (¿o será que se mete hasta el cuello en todo aquello que le apasiona?) me “contagió” nuevamente el interés por lo que pasaba en “el club”.
Lo importante no son los líos que hubo, ni el tema morboso de si una familia se presenta a las elecciones para presidir una organización en dos listas diferentes. Lo fundamental es que el EMEVÉ siga adelante y que las personas a las que los socios han elegido como directiva tengan todas las facilidades para continuar con la labor que se les ha encomendado. No parece de recibo que la presidencia saliente retenga logos o registros, no es lógico.
No es la primera vez que pasa esto en Lugo. Todos recordamos el conflicto que hubo, y hay, en la asociación Abre la Muralla, cuando su expresidente (que no sé si vuelve a ser presidente, no lo tengo claro) reclamaba como propio el registro del nombre y logotipo de la asociación, lo que tiene más narices porque el logo ni siquiera lo hizo él sino otro miembro de la directiva por todos conocido.
Esa idea de patrimonializar las asociaciones, los partidos políticos, los sindicatos o cualquier colectivo es muy común en este Lugo nuestro. De fuera no puedo hablar porque no conozco el percal. Es una manía absurda no pensar que si cuando accedes a representar a una entidad pides facilidades o te quejas porque no las tienes, lo suyo es hacer con el siguiente lo que te gustaría que hicieran contigo.
El amigo David Fernández, nuevo presidente de Lugo Monumental, vivió en sus carnes mi obsesión por dejar todo “bien documentado” y le pasé una torre de papel digna de fotografía con toda la documentación que generó la asociación en los tres años y algo en que estuvo a mi cargo. Desde las cartas enviadas y recibidas a los recortes de prensa, muestras de cartelería y memorias, todo estaba encarpetado, clasificado, indexado, numerado, maquetado y finalmente entregado. Quizás porque yo no recibí ningún documento cuando se recuperó la asociación (diez años largos de inactividad pasan factura) me obsesioné con que los siguientes no sufrieran las incomodidades que supone eso.
Creo que todo esto parte de la concepción que se tiene de una asociación. El considerar que es “tuya” tiene como efectos ese tipo de cosas, que si pierdes unas elecciones te vas y te llevas lo que puedes porque estás dolido. Es un error, igual que montar otra exactamente igual paralela para seguir haciendo lo mismo pero lamiéndote las heridas. De eso hay mucho también, y en el pasado se crearon bastantes asociaciones siguiendo esta absurda mecánica.
Hay que saber marcharse de los sitios. Hay que saber soltar lastre.
No soy un fan de ningún deporte pero le tengo cariño a dos equipos concretamente: al Breogán por vinculación familiar y por todas aquellas tardes de sábado en que me tocaba estar haciendo tiempo en el pabellón viejo jugando a la máquina de marcianitos del bar (mis padres no se fiaban de mí como para dejarme solo en casa… no sé por qué… ni que me diera por quemar algo o pintar la cocina de blanco…) y el EMEVÉ porque mis recuerdos del equipo son los de mi hermana jugando.
El EMEVÉ, siglas de “El Mejor Equipo de Voleibol de España” nació en el seno de una familia, los Bouza. Ana Bouza fue la entrenadora de mi hermana, por ejemplo, y encima eran vecinos de mis abuelos así que en un “esto es Lugo” nos conocíamos todos.
Tras marcharse mi hermana a Madrid la escasa relación personal que pudiera mantener yo con el voleibol se fue con ella, y no la recuperé hasta que en 2012 me embarqué en presidir una asociación del casco histórico, ya que la secretaria era Toñi, que a su vez es parte de la directiva del EMEVÉ, y su pasión innegable por todo aquello en que se mete (¿o será que se mete hasta el cuello en todo aquello que le apasiona?) me “contagió” nuevamente el interés por lo que pasaba en “el club”.
Lo importante no son los líos que hubo, ni el tema morboso de si una familia se presenta a las elecciones para presidir una organización en dos listas diferentes. Lo fundamental es que el EMEVÉ siga adelante y que las personas a las que los socios han elegido como directiva tengan todas las facilidades para continuar con la labor que se les ha encomendado. No parece de recibo que la presidencia saliente retenga logos o registros, no es lógico.
No es la primera vez que pasa esto en Lugo. Todos recordamos el conflicto que hubo, y hay, en la asociación Abre la Muralla, cuando su expresidente (que no sé si vuelve a ser presidente, no lo tengo claro) reclamaba como propio el registro del nombre y logotipo de la asociación, lo que tiene más narices porque el logo ni siquiera lo hizo él sino otro miembro de la directiva por todos conocido.
Esa idea de patrimonializar las asociaciones, los partidos políticos, los sindicatos o cualquier colectivo es muy común en este Lugo nuestro. De fuera no puedo hablar porque no conozco el percal. Es una manía absurda no pensar que si cuando accedes a representar a una entidad pides facilidades o te quejas porque no las tienes, lo suyo es hacer con el siguiente lo que te gustaría que hicieran contigo.
El amigo David Fernández, nuevo presidente de Lugo Monumental, vivió en sus carnes mi obsesión por dejar todo “bien documentado” y le pasé una torre de papel digna de fotografía con toda la documentación que generó la asociación en los tres años y algo en que estuvo a mi cargo. Desde las cartas enviadas y recibidas a los recortes de prensa, muestras de cartelería y memorias, todo estaba encarpetado, clasificado, indexado, numerado, maquetado y finalmente entregado. Quizás porque yo no recibí ningún documento cuando se recuperó la asociación (diez años largos de inactividad pasan factura) me obsesioné con que los siguientes no sufrieran las incomodidades que supone eso.
Creo que todo esto parte de la concepción que se tiene de una asociación. El considerar que es “tuya” tiene como efectos ese tipo de cosas, que si pierdes unas elecciones te vas y te llevas lo que puedes porque estás dolido. Es un error, igual que montar otra exactamente igual paralela para seguir haciendo lo mismo pero lamiéndote las heridas. De eso hay mucho también, y en el pasado se crearon bastantes asociaciones siguiendo esta absurda mecánica.
Hay que saber marcharse de los sitios. Hay que saber soltar lastre.
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