La oficina del peregrino, que depende de la Catedral de Santiago, ha emitido un comunicado por el que aseguran que no aceptarán “nunca” la credencial del peregrino emitida por el Obispado de Lugo. Como en este asunto tengo bastante que ver me he sentido dolido, y no porque se intente fastidiar un proyecto que inicié yo, sino porque se intenta fastidiar un proyecto que realmente pienso que para Lugo es importante y que puede ser el primer paso de algo grande.
No voy a insistir en la importancia de que Lugo sea punto de inicio del Camino Primitivo, porque creo que ya les he dado la lata con eso suficientemente, así que me voy a centrar en el tema que nos ocupa: el intento de boicot de Santiago a una iniciativa puramente lucense.
Antes de nada tenemos que saber ciertas cosas sobre este asunto que creo relevantes. La primera es que los peregrinos hacen el Camino con cualquier documento que acredite su recorrido, e incluso con folios en blanco en los que van poniendo los sellos de los sitios por los que van pasando, lo cual es aceptado sin problema alguno en la Oficina del Peregrino. Es lógico que se acepte cualquier papel por dos sencillas cuestiones: la primera es que ha de haber un criterio de buena fe, ya que quien hace el Camino obtiene la Compostela, que es importante únicamente si no haces “trampa” porque si la haces tú mismo sabes que es un documento que acredita un fraude. Además tampoco es que te vayan a dar un millón de euros o una plaza de funcionario por hacer el Camino con lo que su importancia es moral y cultural. Allá cada cual si quiere falsear el tema. La segunda razón para que se acepte cualquier cosa es que si comienzan tu peregrinación en Montpellier por poner un ejemplo, ya me dirán de dónde sacan la “credencial oficial” de la Catedral de Santiago.
Es triste pero esto se reduce a una cuestión puramente económica. Si la Catedral de Santiago controla la emisión de credenciales recibe el dinero que se paga por ellas, y si quien edita la que se puso en marcha en Lugo es el Obispado de nuestra diócesis quien se queda el dinero es Cáritas Diocesana de nuestra ciudad. Por cierto, obsérvese la diferencia de criterio sobre quién recibe los cuartos, porque en mientras en nuestro caso es una entidad benéfica que ayuda a mucha gente a salir adelante, en Santiago se va a un cofre del que aparentemente los millones entran y salen sin control alguno, y si no que le pregunten al electricista.
Pretender que el punto de destino de una peregrinación emita el documento que has de llevar desde diferentes puntos de origen es una estupidez. El puro sentido común dice que lo lógico es que cada Obispado pueda acreditar a sus peregrinos (de ahí la palabra “credencial”) para que hagan el Camino desde diferentes puntos, y que en Santiago mantengan, como es de sentido común también, el control sobre el documento final, la Compostela.
Actualmente te cobran entre 1,5 y 2 euros por la Credencial “oficial” y al llegar te dan la Compostela por la que no te cobran nada. ¿No sería más lógico que cobraran 1,5 euros a todos los peregrinos por emitir la Compostela y dejaran que cada punto de origen emitiera su carta acreditativa de que el peregrino parte de dicho lugar? ¿No creen que eso ayudaría a que las propias diócesis ayudaran a promocionar el Camino?
Hasta ahora he hablado de este tema desde un punto de vista práctico y económico. Pero no podemos olvidar de qué estamos hablando. ¿Qué mensaje están transmitiendo? ¿Dónde queda la espiritualidad del Camino, su presunto fin religioso, su construcción interior? Para obtener la Compostela te hacen asegurar que realizas la peregrinación en actitud religiosa o espiritual “aunque sea en sentido de búsqueda” (es decir, que no eres religioso pero que pruebas a ver si lo puedes ser). ¿Qué sentido de búsqueda tiene negar a alguien que sabes que ha hecho el Camino su Compostela porque el documento en que puso los sellos no lo has cobrado tú? Todo esto, unido a que la Catedral de Santiago se ha prostituido hasta convertirse en un parque temático, me hace recordar a Jesucristo echando a los mercaderes del templo. Probablemente si viera esto sacaría a latigazos al Deán de la Catedral por lo que está haciendo con este asunto.
Quizás deberíamos haber hablado con el electricista. Seguro que él tiene más poder de convicción.
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