lunes, 11 de septiembre de 2017

Vandalismo en la Muralla



La piedra tirada desde la Muralla. El boquete del suelo podría haber sido la cabeza de alguien.

Cuando las hierbas de la Muralla crecen un poco no falta quien mire con desagrado al monumento y le dé a la cabeza con desaprobación pensando “estos políticos...”, sin tener en cuenta que hay situaciones más complejas de lo que parece y que la biología impide actuar en determinadas épocas sobre los lienzos de nuestro muro sin perjudicar la anidación de algunas especies como los famosos vencejos.

Zona donde se tiró la piedra
Sin embargo además de las carencias de los procedimientos de la propia administración también hay que tener en cuenta las bestialidades que comete la ciudadanía. Ayer, sin ir más lejos, algún simpático se entretuvo tirando una piedra de generosas dimensiones desde el adarve de la Muralla al suelo, en la zona donde está el canil de la Ruanova. El sitio donde “aterrizó” el chanto es un lugar habitual de reunión de propietarios de mascotas y sus perros, ya que como es amplio y está vallado es ideal para jugar, así que si no se cargó a nadie fue porque la casualidad socorrió a las posibles víctimas de los vándalos.

“Fue sin querer”, “no pensaba que fuera a pasar nada”, “creía que no había nadie debajo”… serían las más que previsibles y vanas excusas de los animalitos que se divierten destruyendo el patrimonio de todos si hubiera pasado algo gordo, pero como no sucedió supongo que la cuestión acabará en una anécdota más de las que afectan cada poco tiempo a la Muralla y otros bienes públicos e históricos.

Lamentablemente parece que solo las multas, las cámaras y la vigilancia funcionan a la hora de disuadir a los gamberros, por difícil que sea de aceptar esto para un liberal. Tal vez es momento de empezar a tomarse en serio la protección de los monumentos y, lo que es más importante, de las personas.

El billete es para que se hagan a la idea del tamaño del chanto

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