Cuando uno se plantea meter más de 20.000 millones de euros, que ya es pasta, de dinero público en un banco privado lo normal parece que sería coger a los gestores por las orejas y sacarlos a patadas. Pues no está tan claro el tema. Con los contratos blindados y las artimañas contables de costumbre, imagino que alguno se embolsará unos cuantos milloncejos al salir por la puerta grande. Con un par.
¿Se acuerdan ustedes de la intervención de Banesto? La mayor inocentada bancaria de nuestra historia (fue un 28 de diciembre, el del 93) se queda pequeña ahora. Pero de aquella la sociedad era diferente. Se destruyó la emergente figura de Mario Conde, que parecía ser un tío imparable en su carrera ascendente y su más que probable salto a la política. Ahora está el bueno del hombre dando consejos a chavales en Intereconomía, pero primero se fue a la cárcel sin pasar por la casilla de salida.
Pero las cosas han cambiado. El Banco de España hacía la vista gorda mientras Bankia se iba a pique, y los que ahora piden una comisión de investigación (medio PSOE) parece que se enfrentan antes que a otra gente a sus compañeros de partido (el otro medio PSOE) que hasta hace escasos seis meses tenían las riendas del Estado, con lo que o Bankia ha creado el agujero negro más rápido de la historia (que alguien consulte con Stephen Hawking) o tienen mucho que esconder también los chicos de Rubalcaba.
La culpa, por supuesto, será de “los políticos” y “los bancos”. Es mucho más sencillo, y en este caso probablemente más cierto, echar balones fuera y decir el “pío pío que yo no he sido”. Evidentemente ni usted ni yo estábamos en el consejo de administración de Bankia (dudo mucho que esa gente lea este blog), así que no es lógico que se nos responsabilice, vía impuestos, de los errores cometidos por esos “gestores”.
Si me dicen que hay que poner dinero público para rescatar la entidad porque si no las consecuencias son peores, lo puedo aceptar. Pero que los mangantes que llevaron al banco a la ruina se marchen con sus bolsillos bien repletos me parece totalmente incomprensible. Esa política de trincar los beneficios y nacionalizar las pérdidas no es liberalismo ni capitalismo, como nos dicen los adalides de la simpleza, es simple y llanamente un robo.
Uno ha de ser responsable de sus decisiones, y si arriesga mucho puede ganar mucho, pero también perderlo. Si los accionistas de Bankia avalan una directiva que toma decisiones arriesgadas son muy libres de hacerlo, pero lo que no se puede es luego pasarnos la factura a todos si la cosa va mal. O mejor dicho, pueden hacerlo, pero asumiendo sus propias consecuencias: ruina, vergüenza y, en el peor de los casos, cárcel.
No se trata de un tema de moralidad, sino de práctica. ¿Qué impedirá a los próximos genios de las finanzas tomar decisiones arriesgadas con el dinero de los demás si saben que ellos se van a llevar un fajo pase lo que pase? No creo en los castigos ejemplares, pero sí en los castigos a secas. No es normal que el que comete el error, aunque sólo sea eso, un error y no un delito (lo cual ya es complicado de asumir) se beneficie igualmente. ¿Dónde queda el concepto de responsabilidad?
Si yo fuera Mario Conde iría la Constitucional a exigir que me devolvieran mi dinero y el tiempo que me han robado, no porque sea un tipo honrado, sino porque si todos somos iguales ante la ley deberían tratarlo igual que a estos chorizos del siglo XXI que lo han hecho peor (el agujero de Banesto no llegaba a 3.650 millones) y que conocen la cárcel de verla en las películas.
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