Va por ti, abuela |
Hace ya años que mi madre tuvo unos serios achaques de salud. En uno de ellos pensamos que la suerte se le acabaría y que no saldría adelante, y lo pasamos todos muy mal, incluida ella que veía en nuestras caras tal expresión que casi se puso a elegir la ropa con que quería que la enterrasen. Felizmente todo salió bien y aquí sigue con nosotros.
Mi abuela Emilia también la vio muy mal, y pensó que perdería a su hija cualquiera de aquellos días. Cuando nos dijeron que estaba fuera de peligro, fui a buscar a mi abuela a su casa para llevarla como siempre al hospital a ver a mi madre y le di la buena noticia. Su reacción fue suspirar aliviada y decirme “Menos mal, pensé que de ésta no salía. Pues le ofrecí al Apóstol que si se curaba hacía el Camino de Santiago”. La miré con cara de susto, con sus ochenta y muchos años y su bastón y su muleta y le pregunté “¿Cómo vas a hacer tú el Camino?”, y me contestó “Yo no, ella”.
Más de una década después, y ahora que mi madre tiene algo de tiempo libre entre viaje y viaje, hemos podido cumplir aquella promesa, con el atractivo adicional de poder haber hecho algo, por modesto que sea, por nuestra ciudad.
Lugo ha inaugurado su Credencial, que fue aceptada al final del Camino, cosa que es de agradecer por parte del Deán de la Catedral de Santiago ya que no debe ser fácil enmendarse públicamente a sí mismo. Rectificar es de sabios y creo que debemos aplaudir su actitud.
Respecto al Camino en sí mismo, para hacerlo bien nos faltó un día. Las etapas que unánimemente se proponen en todas las guías que consultamos antes de salir de Lugo son un disparate. Si no estás acostumbrado a andar 20 kilómetros son razonables, y todo lo que pase de ahí un desafío a la integridad de tus pies. Los 28 de media que hicimos los tres primeros días son un suicidio y mis ampollas y heridas son prueba de ello.
Es cierto que el Camino Primitivo está mucho menos dotado de infraestructuras que los demás, y que solamente encontramos dos poblaciones con albergues para poder detener la marcha entre Lugo y Melide: San Román da Retorta, donde hay un establecimiento privado y otro público, y Ponte Ferreira, que cuenta con albergue privado y hay un par de opciones más como casas de turismo rural e incluso una nueva nave que está en proyecto.
El problema es que entre Lugo y Melide hay 48 larguísimos kilómetros que tienes que dividir sí o sí en dos etapas de 20 y 28 kilómetros porque la disposición de los alojamientos no te permite hacer dos etapas más equilibradas.
Como el tiempo del que disponíamos era limitado nuestro recorrido fue Lugo-Ponte Ferreira-Boente-Pedrouzo-Santiago de Compostela. Tres noches que personalmente recomendaría convertir en cuatro, y hacer Lugo-Ponte Ferreira y a partir de ahí dividir los 56 kilómetros restantes en tres días. Sale la cosa a poco más de 18 kilómetros diarios (desiguales en función de los lugares con albergues, claro) pero crean que se agradece poder relajarse un poco y visitar las poblaciones en la que se hace un alto sin tener la sensación de morirse un poquito hasta el día siguiente.
Evidentemente si algún peregrino que comenzó en Roncesvalles o por ahí y se ha machacado a razón de 30 kilómetros diarios durante un mes, se estará muriendo de risa, pero aquí no hablamos de un desafío de ese calibre sino de disfrutar del Camino con cierto desahogo. Lo otro es digno de admiración, por supuesto, pero jugamos en ligas diferentes.
Mañana si tal les cuento algo más pero permitan que hoy llegue hasta aquí. Sí, estoy cansado y dolorido así que no me pidan mucho…
Mi abuela Emilia también la vio muy mal, y pensó que perdería a su hija cualquiera de aquellos días. Cuando nos dijeron que estaba fuera de peligro, fui a buscar a mi abuela a su casa para llevarla como siempre al hospital a ver a mi madre y le di la buena noticia. Su reacción fue suspirar aliviada y decirme “Menos mal, pensé que de ésta no salía. Pues le ofrecí al Apóstol que si se curaba hacía el Camino de Santiago”. La miré con cara de susto, con sus ochenta y muchos años y su bastón y su muleta y le pregunté “¿Cómo vas a hacer tú el Camino?”, y me contestó “Yo no, ella”.
Más de una década después, y ahora que mi madre tiene algo de tiempo libre entre viaje y viaje, hemos podido cumplir aquella promesa, con el atractivo adicional de poder haber hecho algo, por modesto que sea, por nuestra ciudad.
Las Compostelas logradas con la Credencial de Lugo |
Respecto al Camino en sí mismo, para hacerlo bien nos faltó un día. Las etapas que unánimemente se proponen en todas las guías que consultamos antes de salir de Lugo son un disparate. Si no estás acostumbrado a andar 20 kilómetros son razonables, y todo lo que pase de ahí un desafío a la integridad de tus pies. Los 28 de media que hicimos los tres primeros días son un suicidio y mis ampollas y heridas son prueba de ello.
Es cierto que el Camino Primitivo está mucho menos dotado de infraestructuras que los demás, y que solamente encontramos dos poblaciones con albergues para poder detener la marcha entre Lugo y Melide: San Román da Retorta, donde hay un establecimiento privado y otro público, y Ponte Ferreira, que cuenta con albergue privado y hay un par de opciones más como casas de turismo rural e incluso una nueva nave que está en proyecto.
El problema es que entre Lugo y Melide hay 48 larguísimos kilómetros que tienes que dividir sí o sí en dos etapas de 20 y 28 kilómetros porque la disposición de los alojamientos no te permite hacer dos etapas más equilibradas.
Entrada por la Puerta Santa |
Evidentemente si algún peregrino que comenzó en Roncesvalles o por ahí y se ha machacado a razón de 30 kilómetros diarios durante un mes, se estará muriendo de risa, pero aquí no hablamos de un desafío de ese calibre sino de disfrutar del Camino con cierto desahogo. Lo otro es digno de admiración, por supuesto, pero jugamos en ligas diferentes.
Mañana si tal les cuento algo más pero permitan que hoy llegue hasta aquí. Sí, estoy cansado y dolorido así que no me pidan mucho…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUn grupo de amigos hicimos el camino hace ya bastantes años y llegamos agotados.
ResponderEliminarEl primer día hicimos Lugo-Palas. El segundo, Palas-Arzúa, El tercero, Arzúa-Labacolla y el cuarto, Labacolla-Santiago. Llegamos a misa de 12 y regresamos ya en coche.
Aparte del cansancio correspondiente,del que tardamos unos días en recuperarnos, yo volví con un derrame en un pie. Por eso no recomiendo tampoco unas etapas de tantos km.
A pesar de todo, mereció la pena.
Hola desde Albergue Ponte Ferreira. Enhorabuena por conseguir vuestra meta (ya os felicitamos en una entrada en nuestra página de Facebook hace unos días). Nos gustaría únicamente aclarar que desde Ponte Ferreira a Santiago hay 74km, y no 56 como dicen en el texto de la entrada ;-)
ResponderEliminarSin más, un abrazo desde Ferreira.
Hola.
EliminarTenéis razón está mal explicado. Los 56 son desde Melide. Lo que quería decir es que recomiendo hacer Lugo-Ponte Ferreira-Melide y desde ahí los restantes 56 organizarlos en tres días.
Gracias por el aporte... Y por vuestra hospitalidad. Un buen sitio donde dormir de ahí que lo recomiende antes que San Román de la Retorta.
Hola.
EliminarTenéis razón está mal explicado. Los 56 son desde Melide. Lo que quería decir es que recomiendo hacer Lugo-Ponte Ferreira-Melide y desde ahí los restantes 56 organizarlos en tres días.
Gracias por el aporte... Y por vuestra hospitalidad. Un buen sitio donde dormir de ahí que lo recomiende antes que San Román de la Retorta.
Hola.
EliminarTenéis razón está mal explicado. Los 56 son desde Melide. Lo que quería decir es que recomiendo hacer Lugo-Ponte Ferreira-Melide y desde ahí los restantes 56 organizarlos en tres días.
Gracias por el aporte... Y por vuestra hospitalidad. Un buen sitio donde dormir de ahí que lo recomiende antes que San Román de la Retorta.
Muchas gracias Luis! Un abrazo y hasta siempre!
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