Cuando todos los locales cerraron en marzo por la pandemia, la primera reacción de la mayor parte de los pequeños comerciantes y empresarios de Lugo fue sentarse con la calculadora en la mano a ver cuánto tiempo podrían aguantar sin ingresos, algo que muchas familias se vieron obligadas a hacer aunque matizadamente porque los EREs (ERTEs) les garantizaban unos ingresos que el autónomo o la empresa no pueden obtener de ninguna parte. Bueno, matizo, sí es cierto que pueden cobrar algo por cese de actividad, pero desde luego no supone el 70% de sus ingresos, ni de lejos.
Si bien también es cierto que no tuvieron que pagar los salarios de los empleados ni sus cuotas de seguridad social, los gastos de un negocio no se limitan a eso (ojalá). Los alquileres de los locales o las hipotecas para pagarlos, los créditos de amortización de maquinaria o de reformas de locales, los seguros, los gastos de mercancías perecederas que hubo que tirar a la basura, las existencias que no se venderán porque ya pasó su temporada y que, en el mejor de los casos, se podrán liquidar con descuentos que no dejan margen… todo ello son gastos que no cesaron durante los meses de cierre y eso sin contar que los propios autónomos tienen esa costumbre tan arraigada de comer de vez en cuando y de mantener a sus familias.
Con lo que seguramente no contaba nadie, o casi nadie, es con que la administración siguiera cobrándoles por cosas que no usan. Por ejemplo, los recibos de agua y basuras siguen siendo igual iguales, y es sangrante que un bar o un pub cerrados sigan viendo cómo el Ayuntamiento de Lugo les pasa abultadas facturas por servicios que no están utilizando. Esto implica que solo hay dos posibilidades: o se les cobra a ojo independientemente del consumo (lo que sería de juzgado de guardia) o hay un error que está inflando los números porque evidentemente ni corre el agua con los grifos cerrados ni se recoge basura de locales que llevan clausurados meses. En el caso de los pubs, por ejemplo, hablamos de negocios que desde agosto no levantan la persiana.
Eso sí, después se llenan la boca con las “ayudas” que van a “salvar” a los negocios. ¿De verdad creen que 1.000 o 2.000 euros en un pago único van a salvar a una empresa de algo? Y menos cuando se están tramitando en diciembre. Ahí el Ayuntamiento lo hizo muy bien, y Lara Méndez dio un paso adelante en pleno mes de marzo anunciando el “Reanima”, que si bien es cierto que se quedó algo corto también hay que entender que los presupuestos municipales no dan para mucho más. Metieron la pata con lo de anunciar que iban a completar los sueldos de los trabajadores (el 30% que no paga el SEPE), pero al menos hicieron algo rápido y razonablemente bien. La Xunta, por su parte, acaba de publicar unas subvenciones que realmente llegan tarde, muy muy tarde. Una empresa con nueve meses de sustos no puede estar esperando casi un año para cobrar una ayuda para su mantenimiento, y además las condiciones son bastante duras porque garantizar a día de hoy el mantenimiento del empleo durante seis meses no es ninguna broma.
Lo que te dan por un lado te lo quitan por otro. Las ayudas no son malas, claro que no, pero sería mejor centrarse en no cobrar por servicios no prestados, ¿no les parece?
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