El derrumbe de Las Catedrales. Foto: Agencia EFE |
Todos funcionamos con realidades palpables, pero también con alguna idea colectiva más o menos representativa, con símbolos. Esto hace que seamos contradictorios y, por ejemplo, si un futbolista que ha demostrado ser de los mejores de la historia se muere el día en que se celebra el día internacional contra el maltrato de la mujer, vemos innumerables muestras de condolencia hacia ese señor, de quien existen grabaciones en que golpeaba a una expareja suya. Algunas de esas mismas señales de duelo vienen de quien habla de tolerancia cero al maltrato, pero claro, si el señalado es no sólo un astro del fútbol sino un colega personal de Fidel Castro y demás, entonces podemos soslayar que fuera un maltratador.
Llevamos un año terrible. Esta pandemia se está llevando por
delante a muchas personas que han fallecido por culpa del Coronavirus, a otras
las ha dejado con secuelas, y también nos ha robado muchas cosas que nos son
queridas. No sólo amenaza con condenarnos a sacrificar la Navidad precisamente
por el bienestar de nuestra familia, sino que por el momento no tiene fecha de
caducidad a pesar de las prometedoras palabras de las empresas farmacéuticas
que, como es obvio, están compitiendo en una carrera a ver quién es la primera
que es capaz de acabar con esta pesadilla... Y por si esto fuera poco, se nos
derrumba un arco de Las Catedrales.
Sí, ya lo sé, es el menor de los males. Cuando hablamos de
un millón y medio de muertos en el mundo (que, si los cuentan en todas partes
como se hace en España, serán en realidad dos y pico) y de las innumerables
vidas trastocadas por la Pandemia, parece anecdótico centrarse en la caída
natural de un arco de piedra, un tema menor que no tiene relevancia alguna.
Pero qué quieren que les diga, es otro símbolo de lo perecedero que es todo,
incluso lo que nos parece sólido como la roca.
El mar y el viento han sido quienes crearon Las Catedrales
(nombre artístico de la playa de Augas Santas) y parece ser que también son los
que han provocado el derrumbe. Y nos tenemos que dar con un canto en los
dientes porque la caída fue en la noche de un domingo al lunes de un día de noviembre.
Si eso mismo llega a pasar a media tarde de Agosto se lleva por delante a unos
cuantos visitantes.
La Playa de Las Catedrales es el monumento natural más
visitado de Galicia y el segundo contando los hechos por la mano del hombre.
Supera a las Islas Cíes y sólo se ve aventajada por un lugar de peregrinación,
en este caso literal, que es otra Catedral, la de Santiago.
Llama la atención que hace tan solo un par de años se hizo
una revisión geológica de las formaciones rocosas y los expertos aseguraron que
estaba garantizada su estabilidad por 100 o 200 años. Se ve que con contaban
con uno de los años más gafes que recordamos la mayoría.
Siento pena por Las Catedrales. Sí, reitero que ya sé que
son solamente piedras y que encima hoy día se han convertido en un parque
temático, pero no puedo evitar sentir nostalgia de cuando hace casi treinta
años iba con mi hermana y mis padres a aquella playa y estábamos solos en pleno
verano. “¿En serio vais allí? Es una
playa incomodísima que cuando sube la marea desaparece”, nos decían. Pues
ya ven, algo tendrá para atraer a miles de visitantes al año. Bueno, ahora ya
tiene algo menos.
Hasta en esto nos está jodiendo el 2020.
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