lunes, 30 de noviembre de 2020

La Muralla a oscuras

La Muralla, con las luces apagadas el fin de semana en que celebramos su aniversario como Patrimonio de la Humanidad...

Que veinte años no es nada”, reza “Volver”, uno de los tangos que mi cabeza relaciona con Carlos Gardel y, lamentablemente, con la extraña versión de Julio Iglesias. Claro, depende con qué lo compares. Si lo haces con los 17 siglos de la Muralla de Lugo es cierto que no significa gran cosa, pero nosotros somos humanos, y como tales tenemos un tiempo limitado (con los años te das cuenta de que es muy limitado de hecho) y para nosotros dos décadas sí es un tiempo más que respetable. 

Dos décadas después de que la UNESCO declarase a la Muralla de Lugo Patrimonio de la Humanidad deberíamos estar haciendo celebraciones pero el año de la pandemia, como siempre recordaremos al 2020, se ha llevado por delante tantas cosas que ésta sólo es una más. Aún así, hay cuestiones puntuales que no me cabe en la cabeza que no se cuiden un poquito más, y entre ellas está la iluminación de nuestro principal monumento. 

La Muralla es propiedad de la Xunta de Galicia, que es la responsable de su mantenimiento y limpieza, pero hasta donde yo sé la iluminación exterior, la que está abajo en la Ronda, es un tema municipal. En cualquier caso, al margen de quién sea el encargado de velar por sus horarios de encendido y apagado, parece poco acertado que ahora que a las siete de la tarde es noche cerrada tengamos las luces de la Muralla apagadas, y menos aún en estos días de celebración. 

Contrasta esa oscuridad con la “performance” que han instalado en algunas de las puertas, unos focos de colores para hacer juegos de sombras algo que, si bien no me disgusta, tampoco es que sea un envoltorio de Christo, y francamente me parece un poco pobre como acto en que hacer pivotar la celebración de estas dos décadas de Patrimonio de la Humanidad. 

No sé exactamente qué horarios de encendido y apagado tiene ahora mismo la Muralla, y quiero creer que no la tienen iluminada más allá de las once de la noche, principalmente porque sería malgastar el dinero porque seguimos con toque de queda y salvo que los gatos callejeros tengan sentido de la estética (y de tenerlo, seguramente estará bastante reñido con la luz artificial) no hay público que pueda disfrutar del espectáculo. Eso sí, después las luces navideñas son un malgasto… 

¿Dos décadas perdidas? Quizá sea excesivo decir eso, pero desde luego sí han estado totalmente desaprovechadas. Veinte años después Lugo no ha rentabilizado (y no me refiero al dinero) ni de lejos el tirón que podría tener este Patrimonio. Seguimos con campañas internas, dirigidas al votante y no al turista, mientras que por ahí fuera la gente sólo conoce las murallas de China y Ávila. Y así seguiremos mientras nadie se plantee aparcar las diferencias y sentarse a crear una estructura basada en profesionales del sector que busquen la promoción y no el voto. 

Encender las luces de la Muralla cuando oscurece y hay gente por la calle parece un primer paso más que evidente.

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