jueves, 8 de septiembre de 2022

Cuatro sencillas medidas que podrían mejorar el pulpo en el San Froilán

Una preciosa caseta del San Froilán. No les discuto la estética pero... ¿hacer obligatorio este tipo de montaje es lo más razonable?
Foto: La Voz de Galicia

Nadie puede dudar de que el pulpo á feira es uno de los símbolos de las fiestas patronales de Lugo, el San Froilán. Teniendo eso en cuenta, los esfuerzos municipales para que haya casetas este año son una buena medida, que se ha traducido en una rebaja en el precio de licitación para la instalación de los cuatro módulos que año tras año se ponen en el Parque Rosalía. Antes eran cinco, pero desde hace ya años se redujo una sin que se sepa muy bien el motivo.

Esto se completa con la autorización a los locales del casco histórico para poner calderos de pulpo en sus terrazas (dentro de los locales ya podían antes, pero no es lo mismo visualmente) algo que solicitamos ayer mismo desde Lugo Monumental y que permitirá que el público tenga muchas más opciones para elegir y, lo que es más importante, que si viene buen tiempo puedan disfrutar de una ración de pulpo en una terraza en el recinto amurallado.

Por lo tanto, cabe felicitar doblemente al Ayuntamiento, tanto por haber logrado hacer atractivo el montaje de casetas como por haber permitido que quienes suplieron a éstas durante la pandemia puedan seguir con ese sistema, algo que sólo redunda en incrementar las opciones para el público, lo que siempre es positivo.

El tema del pulpo, sin embargo, parece que necesita una revisión en profundidad. El modelo actual, que viene de los años 90, tiene fecha de caducidad porque no sólo se limita la competencia sino que se aleja totalmente de las tradicionales romerías populares, que a fin de cuentas es lo que caracteriza el San Froilán.

¿Qué cambios entiendo que deberían producirse? Pues son todos sencillos y razonables:

1.- No limitar el número de casetas. Si hay diez empresas interesadas en montar un puesto de pulpo, ¿por qué no se les permite? ¿No creen que el público será quien seleccione cuáles deben perdurar y cuáles no más allá de un concurso en que simplemente prima el mejor postor? Si la cuestión es de espacio, tal vez podrían volver a situarse en la peatonalizada Ronda de la Muralla, entre la Aguirre y San Pedro, donde hay espacio más que sobrado para las que quieran ponerse y así incluso volverían a donde estuvieron siempre.

2.- Liberar el tipo de montaje. No les estoy diciendo que haya que prohibir los restaurantes temporales que se ponen, justo propongo lo contrario: no obliga a hacerlo. ¿Por qué motivo se obliga a montar esos mamotretos en lugar de permitir que vengan las típicas casetas con toldos, bancos y mesas corridas y una sencilla estructura? Nuevamente será el público quien elija lo que prefiera, pero mi instinto me dice que se irían más a las casetas sencillas que a las otras, sobre todo si la diferencia se refleja en el precio de la ración, claro está.

3.- Limitar los plazos. Lo lógico sería que las casetas estén montadas mientras duren las fiestas, los mismos días que las barracas. No tiene el menor sentido que se queden hasta Noviembre, haciendo la competencia a la hostelería de siempre. Es la pescadilla que se muerde la cola: como les obligan a gastar una fortuna en el montaje se les da más plazo y se les da más plazo a cambio de que gasten una fortuna en el montaje… Absurdo.

4.- Precios. Un cartelón normalizado con los precios expuestos en el exterior sería lo apropiado. Personalmente soy partidario de limitar los precios pero con un margen más razonable que el actual, y de nuevo si sumamos esto a todo lo demás será el público quien se encargue de elegir lo que más le conviene. Si, por esa ridícula espiral de convertir las sencillas casetas del pulpo en restaurantes temporales, podemos pedir un chateaubriand con patatas a la panadera o una botella de Vega Sicilia… ¿por qué no podemos elegir un local con el pulpo más caro si nos sentimos más cómodos en un entorno más lujoso? Personalmente soy contrario a esto, a mí me gusta tomar el pulpo en un sitio lo más sencillo posible, pero oigan, no se trata de imponer el criterio propio sino de dejar elegir.

Con esas cuatro medidas creo que no sólo aumentaría notablemente la oferta, sino que se ayudaría a moderar los precios y mejorar el servicio prestado.

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