lunes, 8 de septiembre de 2014

Aún queda gente honrada


Joyería García en San Pedro
El pasado viernes un chaval atracó la joyería García, que está en la calle San Pedro. No me enteré por el periódico, sino en el café de la mañana con Marcos, ya que tengo el honor de desayunar todos los días con el “buen samaritano” que encontró un anillo de oro y brillantes valorado en 1.200 euros y lo devolvió a la joyería.

Él dice que no tiene ninguna importancia, y que ni se le pasó por la cabeza quedárselo o ver qué valor tenía, incluso sabiendo que era de una joyería. Precisamente eso es lo que tiene valor, que no se le ocurriera algo diferente a devolverlo a la víctima del robo. Es curioso cómo valoramos a veces nuestros propios actos, quitando importancia a algo que no digo que poca gente haría (quiero pensar que la mayoría devolveríamos el anillo) sino que al hecho de que ni siquiera hubiera un momento de tentación, o de ocurrencia si quieren quitarle hierro al asunto.

¿Tú qué habrías hecho?
Eso es lo que distingue a las buenas personas de las que se hacen buenas conscientemente. Es un asunto muy filosófico y podríamos entrar a valorar qué es lo que tiene más mérito, si no sentir tentaciones o si, padeciéndolas, uno es capaz de conseguir no caer en ellas. Pues no sé qué decirles, pero ahora no estoy hablando de méritos sino de bondad, y lo que tengo claro es que hay que ser muy honrado y muy buena gente para que ni tengas la idea de meterte algo así en el bolsillo. Es el caso de Marcos, cuya integridad es tal que no contempla ciertas posibilidades.

Puede que más gente haya encontrado joyas por la calle. El ladrón salió corriendo con dos bandejas llenas de piezas y según perdió ese anillo es probable que se le cayeran más cosas. Hasta donde yo sé sólo se ha devuelto una. La que llevó Marcos a la joyería.

Hay gente buena y honrada en el mundo. No me digan que no es un alivio saberlo.

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