Hoy publica El Progreso un artículo de Joaquín García Díez titulado “soltar lastre”. Un texto valiente que, conociendo a su firmante, no se quedará únicamente en bonitas palabras, aunque le cueste algún disgusto. Me ha hecho reflexionar, mucho más de lo que se imaginan no sólo ustedes sino el propio Joaquín.
Creo que mi decisión de abandonar el PP fue errónea, no porque no fuera meditada o porque me “arrepienta”, sino porque fue un acto de cansancio, de hastío, pero contradictorio con la forma de pensar que he compartido con ustedes muchas veces en este mismo blog. El camino no es la retirada, no es la huida, porque lo que estamos haciendo los que nos vamos es dejar los partidos en manos de quienes nos han metido en todo este lío sin presentar batalla. Les estamos dando una victoria que no merecen.
El camino es que todos entremos en masa en los partidos, no que nos marchemos.
Mi baja en el PP se debió a una sensación total de derrota y de impotencia. Parecía que éramos una minoría los que criticábamos las formas y maneras de muchas de las cosas que hoy se hacen, y cómo se hacen, pero resulta que no estaba tan solo como pensaba, sino que simplemente es una cuestión de que esas cosas “no se dicen”, y menos en público.
Quiero invitar a todas esas personas, y a las que se lo pensaron, a que no lo hagan. Leer el artículo de Joaquín de hoy y no sigáis mi ejemplo, porque no es digno de seguirse, sino el que marca él. “Si me queréis, quedarse”. Lo que hay que hacer es luchar dentro del PP para que sea lo que nunca debió dejar de ser: un partido decente y con ideales.
La valentía no es marcharse, ni tampoco estar ahí para “hacer número” o esperar a que “venga alguien” a cambiar las cosas. No lo harán. Quienes pueden cambiarlas sois vosotros, somos todos, incluso los que hemos tirado la toalla pero que estamos a tiempo de volver a recogerla. La valentía es, dentro del grupo, enfrentarse al sistema y decir que “hasta aquí hemos llegado”, y echar a los que lo están perpetuando y corrompiendo.
¿Qué me gustaría? Haber leído antes a Joaquín y haber tenido el valor de enfrentarme a la situación desde el interior de un partido que, por increíble que parezca decirlo hoy día, sigue siendo con el que más me identifico ideológicamente a pesar de los pesares. No me he marchado a ningún sitio, sólo he rebajado mi condición de “militante” a la de “simpatizante”, pero sigo siendo el mismo.
La ira de la gente explica el ascenso de grupos extremistas, pero esa rabia que hay en casi todos los españoles no se trasluce en acciones dentro de partidos, y es donde debería de notarse. Lo que hay que hacer es recuperar el control del PP y los demás partidos para hundir desde dentro a los que lo han llevado a la podredumbre en que estamos en todos los niveles. España ha de cambiar, pero sólo lo puede hacer desde la legalidad, la mesura y la democracia, y eso sólo lo podemos lograr los ciudadanos a través de los partidos políticos. Y yo no debería haber dejado ese camino. Mucho menos servir de ejemplo a nadie.
¿Significa todo esto que quiero volver? No. Volver ahora significaría que esto fue una “espantá” como cuando amenazas con marcharte de Vodafone o Movistar para que te regalen un teléfono nuevo o te mejoren las condiciones de la tarifa. Y no es eso. Claro que me gustaría regresar algún día a un partido como el que me cautivó la primera vez, pero no al que hay hoy. Lo dejé precisamente por eso, porque cambió hacia algo que no me gusta.
También reconozco que es muy cómodo dejar la parte complicada a gente que da la batalla ideológica todos los días, sin aspavientos ni titulares de prensa. Amigos míos, os debo una disculpa, y es ésta. No debería haberos dejado solos en la lucha por unas ideas que compartimos, pero sabéis que sigo con vosotros, no desde la militancia pero sí desde la condición de simpatizante, desde la coincidencia ideológica y, por qué no decirlo, desde el afecto personal. Sois la esperanza de un PP desnortado, no caigáis en mi error y no abandonéis. Hay más gente como vosotros de la que imagináis pero están esperando un aldabonazo para salir a la luz.
Mi incoherencia es mía y por ahora no le voy a dar más vueltas. Errare humanum est… sed perseverare diabolicum…
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