jueves, 6 de noviembre de 2014

Buen viaje, Ney

Aunque me intento centrar en nuestra ciudad, cosa que no siempre consigo, hoy les voy a hablar de Coruña, pero de la parte más relacionada con nosotros: la plaza de Lugo. Y más concretamente de su habitante más famoso, que nos acaba de dejar para siempre: Ney.

No era un vecino de los de dos patas, sino de cuatro. Un precioso golden retriever que, con el carácter bonachón y paciente que caracteriza a estos perros, se hacía querer por todos los que por allí nos acercábamos. Se hizo, sin lugar a dudas, un hueco en el corazón de todos los visitantes de la plaza de Lugo y no exagero si les digo que en alguna visita a La Coruña me acerqué por allí sólo por verlo.

Trece años dando y recibiendo cariño, con esa cara de buenos que tienen los golden, que parece que siempre están pidiendo mimos… y si cae algo de comer, pues también. A tal punto llegó la cosa que le tuvieron que poner un cartelito para disuadir a la gente de que le diera comida, porque no le hacían ningún favor, aunque cualquiera se resistía.

Para que se hagan a la idea del grado de popularidad de Ney, se abrió una cuenta bancaria para recaudar dinero para hacer una estatua al perro. De hecho se tramitó ya el permiso ante el Ayuntamiento y no sé cómo está ahora la cosa, pero su lamentable fallecimiento imagino que podrá acelerar el proceso. Debería.

Ya ven cómo somos los seres humanos. Se nos está quedando gente por el camino y pasamos de todo porque nos caen antipáticos o simplemente no lo pensamos, pero sale un perro cariñoso y llueve el dinero para hacerle una estatua. Es una aberración, sí, no se lo voy a discutir, pero es así. Quizás porque Ney te alegraba el día, cosa de la que no todo el mundo puede presumir, y la felicidad que se reparte vuelve a ti en forma de aprecio, al menos en teoría.

En Lugo hay otro golden que lleva el mismo camino de Ney. Un precioso perro cuyo nombre ignoro, pero que es un impresionante ejemplar, enorme, que suele pasear a cierta distancia de sus dueñas con lo que parece que va por libre. Le llamamos el “autopaseante” y luce un collar rojo que lo hace inconfundible. También es de los que te alegra la tarde, como dos espectaculares cachorros de San Bernardo que andan últimamente por ahí, y ante cuyos dueños debí parecer un friky porque les pedí que me dejaran hacerles una foto a los perros. Supongo que no seré el único.

Hay animales que sacan lo más humano de nosotros. Mi “ahijado”, del que ya les hablé alguna vez, es otro precioso golden retriever (sí, tengo debilidad por esa raza) que me ha alegrado muchísimas tardes, aunque un difícil divorcio entre sus propietarios ha traído como resultado que haga más de dos años que no puedo ver al bueno del perro. Cosas que pasan, pero difíciles de olvidar.

Ney nos ayudó a sentir, y quien piense que eso es ridículo que razone un momento si alguna vez ha experimentado una emoción viendo una película. Pues es parecido. No todo es mentira aunque sólo sean actores, así que cada uno siente como le da la real gana.

Y cuando hagan la estatua iré a verla, y lo más probable es que me emocione al recordar a un perro que sólo estaba allí, pero que únicamente con eso era capaz de darnos alegría.

Quiero terminar dando las gracias a la propietaria de Ney. No todo el mundo que posee un perro de este tipo, tan hermoso además, tiene la generosidad de "compartirlo" con los demás. Ellos lo hicieron siempre, con paciencia y cuidándolo para que todos disfrutáramos de él. Es un mérito importante, no se lo minimicen porque no es fácil. Eso sí, les queda un consuelo, el de saber que muchos le teníamos aprecio a su mascota y, también por extensión, a ellos por haber permitido que fuera un poco de todos.

Buen viaje, Ney. Te echaremos de menos.

1 comentario:

  1. Ellos nos lo dan todo sin pedir nada a cambio. Cuando se van dejan un vacío imposible de llenar. Quiero pensar que se van al cielo de los perros y que algún día nos volveremos a encontrar.

    María Buela.

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