jueves, 24 de agosto de 2017

¿Por qué le sale el autobús más caro a ciertos usuarios por un error informático?


El caos informático del Ayuntamiento de Lugo tiene consecuencias directas para los ciudadanos. Por ejemplo, ayer me encontré por la calle con una amiga que se ha jubilado recientemente y que lleva un mes para que le actualicen los datos de la tarjeta ciudadana para poder acceder al autobús al precio que le corresponde (0,31 euros) en lugar del ordinario (0,45 euros). Podrá parecer una consecuencia menor, pero oigan, cuando va al bolsillo de un pensionista no hay diferencia pequeña y hay quien lo usa cuatro o seis veces diarias, que ya es una pasta a lo largo del mes... Y además hay gente esperando por la tarjeta desde hace ya tiempo que sigue pagando  precio "normal". ¿Por qué le sale el autobús más caro a ciertos usuarios por un error informático?

El problema ya no está únicamente en la incidencia técnica en sí y en sus consecuencias, sino en la nula intención de solucionar los perjuicios causados al ciudadano. En un caso como este lo lógico es tirar de impresora (lo que no funciona es la red de conexión, los ordenadores sí funcionan) y poder trabajar con cierta normalidad. No podrán modificar la tarjeta pero sí dar constancia de la situación para que la persona pueda reclamar, cosa que tampoco se hizo cuando se quedaron “sin existencias” porque nadie fue lo bastante espabilado como para pedir tarjetas a la fábrica antes de que se terminasen.

Como decía, los ordenadores funcionan, lo que no va es la red, pero incluso aunque no fuera así siempre quedan las máquinas de escribir, inconscientemente retiradas por la administración cuando tampoco estorban tanto y pueden sacarte de un apuro… Yo mismo tengo una en la oficina que me traje de casa, para que vean la importancia que le doy y me ha sacado de más de un apuro.

Por ejemplo, en el caso que nos ocupa la persona de que les hablo pidió que le dieran un papelito que certifique el error y que no le han podido modificar la tarjeta para, si la cosa se alarga, poder reclamar los sobrecostes que le están cobrando en el autobús. Se lo negaron con el curioso argumento de que “viene mucha gente y si nos ponemos a hacer un papelito a cada uno...” sin tener en cuenta dos cosas fundamentales: la primera y más importante es que el ciudadano tiene derecho a ese papel, y la segunda es que con hacer un modelo y fotocopiarlo ya está solucionado el asunto.

A lo mejor es pretender mucha capacidad de reacción de una administración que sigue anunciando en la página de la tarjeta ciudadana que vale para pagar la ORA, un servicio suspendido hace dos años sin visos de retornar, afortunadamente.

El servicio público es una profesión, pero también tiene que tener un elemento vocacional. Como dice siempre Joaquín García Díez, “un ciudadano que viene al ayuntamiento con un problema no puede salir con dos” y esto es lo que ocurre habitualmente, que al asunto con el que te presentas se le añade la falta de resolución que en ocasiones se produce.

Por supuesto esto es generalizar, y habitualmente la administración funciona bien, y de hecho funciona muy bien gracias al esfuerzo titánico de muchos de sus componentes, que sí tienen ese espíritu de colaboración de que les hablaba. Lo malo es que siempre sale a relucir el caso negativo, como en casi todos los colectivos, y se tiende a meter a todos en el mismo saco.

Aquí hay un problema de fondo, que es el error informático que ya tiene delito con la de pasta que se han gastado en estos años en chimes electrónicos, y otro de formas y de cómo reaccionar a un problema. Se ha hecho mal, muy mal, y si la cosa sigue así pueden crear perjuicios de cierta gravedad a la gente. Inaceptable.

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