La "jueza del tarot", crucificada por sus creencias. Foto: La Voz de Galicia |
La llamada “jueza del tarot” ha sido exculpada por el correspondiente órgano disciplinario del poder judicial. La reñida votación, que fue de 4 contra 3 votos, se basó principalmente en que la prueba principal, un vídeo grabado por periodistas de El Progreso, se consideró ilegítimo. No lo entiendo porque aunque el vídeo no valga como prueba hay muchas más, como los testimonios de los clientes atendidos por la magistrada, pero es lo que hay.
Tengo que reconocer que no entiendo el revuelo que se ha montado con todo esto. Bueno, corrijo, entenderlo lo entiendo, pero no lo comparto. Lo único que veo grave del asunto es que una funcionaria, jueza para mayor fantasía, presuntamente desarrollaba una actividad lucrativa sin que diera cuenta de ello a nadie, lo que creo yo que el ministerio de Hacienda no verá con buenos ojos. Pero la calle no ha reaccionado contra eso sino contra el supuesto escándalo que les supone que una jueza crea en “esas cosas”.
No entiendo por qué les parece mal que una persona con ciertas responsabilidades crea en el tarot pero ven totalmente normal que tenga fe en una religión cualquiera, preferiblemente la católica en nuestra sociedad. Creer en el poder de la mente, en la adivinación por medio de la baraja y demás se considera un disparate, una desviación que no puede ser tolerada en personas “serias”, pero sin embargo se ve con absoluta normalidad que un juez, un ministro o un inspector de Sanidad vaya todos los domingos a misa donde le hablan de gente resucitada y de milagros que desafían cualquier explicación racional.
No me entiendan mal, me parece muy bien que cada cual crea en lo que considere oportuno. Lamentablemente yo perdí la fe hace ya mucho tiempo (lo de “lamentablemente” lo digo porque tiene sus ventajas, para qué engañarnos) pero tampoco me considero uno de esos talibanes del ateísmo que luchan contra la religión como si fuera la peste negra.
Mientras la jueza dicte sus sentencias ajustándose a derecho y no eche las cartas para ver qué le deparan los astros al reo, es cosa suya hacer eso, ir de misionera en vacaciones, peregrinar a Covadonga, ser striper o hacer punto de cruz en sus ratos libres.
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