lunes, 15 de octubre de 2018

Se acabó un buen San Froilán

Sin Saltamontes no es San Froilán...
Acaban las fiestas de San Froilán y un año más la barracas, el pulpo, los peluches, los puestos de chilindradas, los trajes regionales, los conciertos y las mareas de gente gracias a los días de sol, han sido la norma. El broche del calendario festivo del verano gallego ha cumplido nuevamente con su cometido y las tradiciones se han reiterado, como es su obligación.

Me sorprende la habitual crítica que habla de que las fiestas de Lugo “son siempre lo mismo”, como si en San Fermín un año corrieran toros y otro corzos, o si en Valencia unas veces quemaran las fallas y otras las derribaran a pedradas. La repetición de las tradiciones es lo que las convierte exactamente en eso, y aunque la innovación es una cosa positiva con moderación, tampoco es un fin en sí mismo.

Si el San Froilán tiene una virtud inmutable es que mantiene ese ambiente de fiesta de pueblo grande que tanto nos gusta a muchos. Para los que entendemos que nuestras raíces rurales son algo de lo que sentirse orgullosos y no un motivo de sonrojo, reflejar eso en nuestras patronales es igualmente importante, una reivindicación de lo que somos, y sí, Lugo es la capital de una provincia eminentemente agraria. Incluso es parte del atractivo que hace que desde ciudades cercanas acudan año tras año a nuestras fiestas, con el mismo ánimo entre perdonavidas y cariñoso con el que algunos van al pueblo de los abuelos… y con la misma morriña y añoranza con que se visita cuando éstos ya no están.

¿Las cosas negativas de estas fiestas? Las conocemos todos: la falta de civismo de algunos que dejan plazas, parques y calles llenas de basura, las amenazas al patrimonio histórico que no se atajan, los botellones, el Cristo que se montó con la falta de suministro de agua corriente a las casetas, la venta de falsificaciones que, si bien se ha reducido notablemente desde que una denuncia ante Fiscalía acojonó a nuestras autoridades lo suficiente como para hacer su trabajo parece que quiere rebrotar…

Habrá que estar más pendientes para que no vuelvan a las andadas...
 Pero creo que han sido más las positivas. Creo que a Carmen Basadre casi le da un infarto cuando la felicité por la iluminación de estas fiestas, aunque supongo que nadie dudará de que es mi sincera opinión porque no soy yo muy de felicitar a la concejala de Cultura ni creo que me elijan presidente de su club de fans. También he de decir que hacía mucho que no me lo pasaba tan bien en un concierto como en el del Hombres G, aunque ahí el mérito se comparte entre la concejala que los contrató, Basadre, y la que propuso a ese grupo para las fiestas, Olga Louzao. Ha sido un acierto, al igual que Rozalen (aunque a ese no fui, la verdad), y llenó la Plaza Inútil de nostálgicos cuarentones con hijos y sobrinos que se degañitaron (nos desgañitamos) con el “sufre mamón” sin sonrojo alguno.



El concierto de Hombres G, abarrotado.

El espectáculo de “mapping” fue muy bonito, combinado con los fuegos artificiales. Se me hizo raro que la madre de San Froilán pareciera el androide de Metrópolis y que el santo a veces recordaba más a Ironman metido a calzador en una película de Disney que a un predicador medieval, pero el montaje me gustó mucho y la música, de “el Gran Showman”, muy efectista (aunque quizá no muy apropiada por las letras, pero bueno, ¿quién se fija en eso?).

La madre de San Froilán en plan Cyborg, pero el espectáculo muy chulo.


La feria medieval también volvió a tener su gran afluencia de público, con sus aves rapaces y sus puestos anacrónicos, porque esas cosas gustan y siempre hay quien da su toque de color, como un peculiar obispo en su trono autopropulsado que iba repartiendo bendiciones y agua bendita a diestro y siniestro. Personalmente me plantearía montar la feria en la Tinería, que creo que sería más apropiado, pero bueno, la plaza de Pío XII es un gran lugar también para montar los puestos, aunque la imagen me recuerda a Jesucristo expulsando a los mercaderes del templo…

Han sido unas buenas fiestas, y mientras no empiecen a soltar cifras a lo loco de cientos de miles de visitantes que nadie se cree, hay más por lo que felicitar que por lo que criticar.

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