Los leones frente al juzgado. Foto: La Voz de Galicia |
Se nos niega un juzgado de lo Social a los lucenses, a pesar de que las salas de estos tribunales son, junto a las de Santiago, las más saturadas de toda Galicia. La Xunta y el Tribunal Superior de Justicia de Galicia reclamaron cuando se denegaron esas dos salas para, precisamente, Santiago y Lugo y se logró que se pusiera una de ellas. Adivinen cual.
¿Por qué nos niegan el (necesario) juzgado de lo Social? Pues muy sencillo, porque en Madrid, Lugo les importa un carajo. Están más preocupados por cualquier cosa que por nuestros problemas y necesidades, y el peso político de nuestros representantes locales en las estructuras nacionales es irrisorio. Tampoco es que las personas que se supone que representan a la provincia estén muy hábiles en esa labor (y me duele decirlo porque dos de los cuatro son amigos), atados como están a la disciplina de sus partidos nacionales (sobre todo Fernández Bello, que vota contra las instruciones que recibe de Galicia para obedecer servilmente a Pablo Iglesias). Se vio en los nefastos presupuestos generales y se ve en esto.
Desde el ámbito local, la Alcaldesa y el diputado Álvaro Santos (que se está promocionando en Lugo para aterrizar aquí desde Friol y ser el número dos de Lara Méndez y, si las cosas le salen bien, incluso su sustituto y posible alcalde de la ciudad) se están viendo en serios aprietos para explicar los motivos por los que el Presidente del Gobierno ha tomado la decisión de dejarnos sin ese juzgado, y la reacción de la primera es “pedir una entrevista urgente” con la ministra de Justicia, Dolores Delgado. Si fuera el PP quien gobierna montarían una manifa. Fue una pena que el domingo, que tenía aquí a Carmen Calvo, no saliera el tema de conversación durante el café, porque siempre es positivo que cuando vienen a hacer campaña les digas algunas cosillas que nos vendrían bien y nos ahorrábamos el desplazamiento y el disgusto.
Es curioso cómo se reacciona a las cosas. Verán, hace unas semanas el PSOE de Lugo se sacó de la manga que la Xunta se iba a cargar titulaciones en Lugo. Nos encontramos con que se saca la artillería para luchar contra algo que ni siquiera está sobre la mesa, ya que el mismísimo Director Xeral de Universidades, el lucense José Alberto Díez de Castro, dijo en el Parlamento de Galicia que se añadirían Robótica, Empresa y Tecnología (que sustituye a Gestión de PEMES), Gestión Cultural (que sustituye a Ciencias de la Cultura) y Bioquímica en lugar de Geomática y Topografía. Sacan tres y ponen cuatro, pero las cuentas para el PSOE son nefastas, a pesar de que los Presupuestos, que nos quitaban millones eran un primor.
El problema que tenemos en Lugo es que nuestros dirigentes no es que pongan las siglas de su partido por encima de los intereses de la ciudad, es que los segundos ni los miran. El diseño de ciudad es irrelevante porque lo único que prima es el interés del partido, ya que es quien realmente elige a los cargos.
El PP, por ejemplo, habla del “desprecio” de Pedro Sánchez a nuestra ciudad y del “escaso peso político” de la alcaldesa, y tienen razón, pero no son precisamente los más indicados para denunciar esto porque ellos hacen exactamente igual, y muchas veces sin irse a Madrid, que Santiago está más cerca y el caso que nos hacen es más bien poquito. Es como cuando Ciudadanos cargaba contra el AVE para Galicia, un antecedente difícil de asumir para, ahora, presentarse como el valedor de nuestra tierra. Hay para todos.
El esquema que tiene cualquier político es el siguiente: el Todopoderoso partido es quien le señala con el dedo divino para ocupar una candidatura a un cargo (si no está sujeto a elecciones ya lo meten directamente, claro), y solo si el Todopoderoso partido tiene buenos resultados se obtendrá dicho cargo (o se mantendrá el cargo “a dedo”), así que hay que rendir pleitesía al Todopoderoso partido y venderle al ciudadano que los demás son herederos de Satanás y los propios son los únicos que pueden traernos la Verdad y la Vida. Cuesitiones como el diseño de ciudad, los argumentos o la lógica quedan en un segundo plano.
Curiosamente la idea original que cualquiera tiene de ser alcalde o concejal de su ciudad es que su objetivo debiera ser defender los intereses de sus vecinos, pero eso se va diluyendo a medida que se van dando cuenta de la durísima realidad: quien pone y quita es el Partido y es a quien se rinde pleitesía. Los demás solo somos votos, un rebaño de electores que decanta la balanza cada cuatro años pero que no tiene más poder que ese, porque quien dice quién calienta un escaño (sea en el Gobierno o en la Oposición) es el Partido.
Así que los tanques que se sacaron para luchar contra una retirada de grados que no existe ahora permanecerán en los cuarteles de invierno porque queda mal disparar fuego amigo. Aunque muchas veces haga falta.
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