Durante la crisis del Coronavirus
ha habido un tema que en las redes ha levantado ríos de bits (que son mucho
menos poéticos que los de tinta, pero es lo que toca hoy día) y es el de que
tanto el Club Fluvial como el Círculo de las Artes hayan seguido cobrando las
cuotas con total normalidad a pesar de haber hecho ambos Expedientes de
Regulación de Empleo (EREs) a sus trabajadores y que los gastos se reducen
porque obviamente se consume mucha menos luz, agua y calefacción con las
instalaciones cerradas.
Soy socio del Círculo de las
Artes, aunque no del Fluvial, así que mi información en el segundo caso se
reduce a lo que se ha publicado y que se parece bastante a lo que pasa en el
Círculo, en lo que se refiere a la situación de inicio, aunque con notables
diferencias de gestión.
Verán, el Círculo nos envió a
todos los socios dos circulares (valga la redundancia) en que se nos explicaba
la situación, y por si dicha comunicación no fuera suficiente la Directiva ha
convocado una asamblea para el día 25 de este mes en que esclarecerán cualquier
duda que haya entre los miembros. Hay que decir que a esa asamblea no van todos
los socios (sería inviable reunir a las miles de personas asociadas) sino los
llamados “socios representantes”, que son elegidos cada cierto tiempo como una
especie de “Congreso” del que sale la Directiva, que sería equiparable al
Gobierno del Círculo. Tengo el honor de ser parte de esos socios representantes
así que iré el 25 a ver qué nos cuentan. Hasta donde yo sé, el Fluvial no ha
hecho nada ni remotamente parecido. Ni se ha explicado a los socios por qué se
mantienen las cuotas, ni se ha convocado asamblea alguna, ni se ha ofrecido la
menor pista de qué está pasando en esa sociedad, y ya no solo por el tema del
cierre si no con lo que estamos conociendo por la prensa sobre la presunta
ilegalidad de las obras que han acometido en los últimos tiempos.
Lo que tenemos que entender desde
el principio es que ni el Círculo de las Artes ni el Club Fluvial son
comparables a un gimnasio privado, que es un símil que hace mucha gente de
forma errónea. Un cliente de un gimnasio exige no pagar las cuotas porque no
recibe un servicio contratado y tiene razón, pero tanto el Círculo como el
Fluvial son sociedades. No tienen “clientes”, sino “socios”, que no son
perceptores de un servicio sino miembros de un colectivo y, por lo tanto, parcialmente
dueños del chiringuito. Si un cliente protesta de un negocio dejando de acudir,
un miembro de una Sociedad tiene otras herramientas a su disposición:
agruparse, protestar y, en último caso, incluso censurar a la directiva y
sustituirla por otra.
Pero la corresponsabilidad de los
socios va muchísimo más allá. Si un gimnasio privado hace una cafrada y le
meten una cuantiosa multa el cliente no paga un céntimo. Quizá le intenten
subir las cuotas para compensar la sangría, pero ahí el usuario tiene la
libertad de largarse a otra entidad. Sin embargo las sociedades no son iguales
y todos los miembro somos responsables solidarios de las cargas económicas, por
lo que si se genera una multa al Fluvial con la barrabasada que han hecho en el
aparcamiento (no es presunta, es una barbaridad, lo que es presunta es la
ilegalidad que tal vez se haya cometido) y no llegan los fondos, tocaría pagar
una cuota extraordinaria, una derrama, porque todos los socios son igualmente
responsables.
“Es que yo no sé lo que hace la directiva”, podrá decir alguno… pues
ese es su problema, tiene que saberlo. “Es
que no me informan”, insistirá… pues haber elegido otra directiva que
informe, eso es nuevamente cosa de ustedes y en su mano está cambiarla, que
para eso son socios y no meros espectadores. Léanse los Estatutos de su
sociedad porque tiene que tener un mecanismo de censura y si es el caso úsenlo.
La transparencia es una
asignatura pendiente en la inmensa mayoría de agrupaciones, asociaciones,
sociedades, federaciones y otras figuras privadas e incluso en las administraciones
públicas. No conozco a ninguna que facilite sus cuentas a los socios al detalle,
pero realmente tampoco veo que los socios lo exijan. Bueno, miento, sí conozco
una asociación, Lugo Monumental, en que cada año pasamos a los asociados un
Excel con todos y cada uno de los ingresos y los gastos al céntimo, algo tan
transparente como sano… y poco habitual.
Además, la transparencia no solo
es una obligación moral, sino que legalmente las asociaciones, federaciones y
demás, que reciben jugosas subvenciones (de las que viven la inmensa mayoría,
al margen de las cuotas de los asociados, aunque de nuevo con la excepción de
Lugo Monumental en que NO recibimos ni un céntimo de subvenciones porque no las
pedimos jamás) tienen la obligación legal de publicarlas en sus páginas web.
Todos tenemos en la cabeza “poderosas” entidades que sabemos fehacientemente
que reciben ingentes recursos públicos que administran a su antojo, a cambio de
favores políticos, campañas más o menos descaradas (normalmente “más”), y premios
a medida, pero no veo que ni sus socios ni los ciudadanos de base, que somos
los que pagamos el pato, exijamos con firmeza que se publiquen los datos que la
Ley obliga a colgar.
Así que antes de volvernos locos,
de decir “pues no pago las cuotas del
Círculo o del Fluvial para que se enteren” tal vez quienes deberíamos enterarnos
somos nosotros. Enterarnos de que no somos clientes sino miembros, enterarnos
de que hay cauces para obtener la información o, en todo caso, para sustituir a
los que consideren malos gestores (si es el caso), enterarnos de que somos
igual de culpables. Es más cómodo ser “cliente”, sí, pero entonces se apuntan a
un gimnasio.
Por mi parte el día 25 iré a la asamblea del Círculo de las Artes porque antes de nada es fundamenta informarse y tengo que decir que hasta ahora esta Sociedad ha cumplido con ese requisito y, de nuevo a falta de más información pero con la que ya tenemos, más que probablemente han gestionado bien este asunto.
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