Dos décadas esperando por el Auditorio y ahora no se abre porque no les da la gana. |
Los tiempos de la administración no son los mismos que los del resto de los mortales. Ha pasado ya un año y medio largo desde que la Xunta de Galicia entregó al Ayuntamiento de Lugo el nuevo auditorio y ahí sigue, cerrado a cal y canto, cogiendo polvo y humedades como cualquier edificio que esté bajo llave en una ciudad como la nuestra. Ayer lo constataron concejales de la oposición que lograron, tras muchos intentos, que les dejasen entrar. A ustedes y a mí ya ni se nos ocurre que nos lo permitan.
Es más que probable que haya daños causados por deficiencias
en la construcción, no lo dudo porque incluso hay informes técnicos al respecto
(aunque también los había para avalar el Garañón o lo que se hizo en la fábrica
de la luz y ya ven lo bien que nos ha ido con esos temas). Pero, aunque sean
ciertos, lo difícil va a ser reclamarlos, ya no sólo a la administración
autonómica, sino a las empresas que construyeron y equiparon el mamotreto, porque
lo de las garantías no es eterno y si bien es cierto que en teoría las
construcciones tienen un mínimo de diez años, los equipos no… y los daños a edificios
sin mantenimiento tampoco.
Entre que se ponen a ello y no se ponen, es muy probable que
se cumplan dos años desde la entrega del edificio sin que se mueva ficha, y
cuando pasa tanto tiempo se abre la puerta a que las reclamaciones se
desestimen porque se ha tenido todo abandonado. Ya saben cómo va esto, las
garantías y los seguros cubren todo cuando contratas, pero muy poco cuando
reclamas. Después viene el acondicionar y reparar los problemas (lo que se
dilatará hasta que se estimen o no las reclamaciones) con lo que este 2022
tampoco veremos abierto el auditorio. De hecho no hay presupuesto consignado
para él.
Recuerdo aquellas notas de prensa en que el Ayuntamiento
pedía “con urgencia” que se le cediera el edificio. Una del 28 de agosto de
2019, por ejemplo, protestaba porque no les habían contestado una carta que
enviaron a la conselleira el 24 de Julio (lo que, en realidad, hace correr los
plazos en agosto, que ya sabemos cómo se ralentiza todo). En aquel momento se
hablaba de que “Lara Méndez recordó la
consejera que llevamos 15 años esperando estas dependencias culturales”.
Pues ahora ya son 18, querida alcaldesa. Y los que faltan.
Fue recibir el edificio y las prisas se evaporaron. “Es que no hemos podido hacer nada a causa de
la terrible Pandemia que vivimos”, es la más que probable respuesta de la
administración local para justificar haber estado mirando a las musarañas durante
este tiempo. Podría colar, si no hubieran corrido como conejos para sacar
adelante proyectos que sí les apetecía realmente ejecutar como el edificio de
madera (sin uso previsto), las bañeras colectivas o el tan demandado y
utilizado carril bici (es una puñeta que por escrito no se note la ironía si no
lo aclaras). Ahí sí se pudo hacer todo y los expedientes pasaban de mesa en
mesa a la velocidad del rayo. Pero el Auditorio no. Ese está ahí, para mayor
gloria de la eficiencia administrativa.
La cultura no vende ni da votos. Por mucho que se les llene
la boca hablando de que es la base de la civilización y que es un tema
fundamental hay que reconocer que en esta ciudad los temas de ese sector tienen
el éxito que tienen y nuestro gran problema no es la oferta cultural sino la
demanda cultural, que es más bien escasa. Funcionan las fiestas (Arde Lucus,
San Froilán, Caudalfest…) y punto. Así que no saben qué hacer con ese gran
edificio porque son conscientes de que no lo van a llenar más que en
contadísimas ocasiones en que traigan a un triunfito o algún espécimen de los
que salen en la tele y poco más, y el gasto va a ser brutal.
Lo de construir eso en el quinto pino no ayuda. Había opciones
de hacer el auditorio en una ubicación céntrica pero no se quiso porque… pues no
lo sé, pero Orozco se emperró en sacarlo de las proximidades de la Muralla y lo
consiguió, lo que va a colaborar en el previsible fracaso de uso del auditorio
igual que lo hizo con el MIHL. Vamos, lo mismo que quieren hacer con la
estación de autobuses.
Es llamativo que no se abra siquiera a visitarlo por parte
de la ciudadanía con excusas más que cutres como la de la seguridad. Vamos a
ver, se hicieron visitas guiadas al Cuartel de San Fernando que, literalmente,
se cae en pedazos, pero no se puede ir a curiosear en un edificio recientemente
construido porque es peligrosísimo. ¡Qué cosas!
Seguiremos pasando por delante del Auditorio que, a este paso, va a ser la obra de arte posmoderna del siglo: 20 millones de euros tirados a la basura. Peor aún, porque el mantenimiento habrá que hacerlo.
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