Nos decían que con el certificado la hostelería no cerraría. Era mentira. |
El cierre más o menos encubierto al ocio nocturno en la noche más importante para su facturación es una cuestión que puede entenderse como de responsabilidad por parte de la administración a la vista de las cifras de contagios del COVID.
Pero por otro lado no deja de ser también el reconocimiento de que el Certificado COVID con el que vuelven locos a los hosteleros no sirve absolutamente para nada en cuanto a evitar contagios. De lo contrario no se tomarían unas medidas que nos garantizaron, tanto desde la Xunta como desde las principales asociaciones de representación del sector que jamás llegarían porque el Pasaporte era la Panacea. Pues no.
La dura realidad es bien diferente. El certificado sólo es una herramienta para forzar a los más rezagados a vacunarse y, aunque es un fin que podemos compartir, la obligación que se impone al hostelero es desproporcionada.
Se transmite un mensaje que culpa a la hostelería, demonizando a un sector que precisamente evita contagios porque la alternativa al restaurante y el pub son los domicilios y los botellones, que es donde, al no haber control alguno, pasa lo que pasa.
Confiemos en que al menos este cierre demuestre que el camino era equivocado y que se rectifique, aunque francamente tengo mis serias dudas porque reconocer errores no es una política habitual en este país, y es una pena porque da más credibilidad a quien lo hace frente a quienes se aferran a sus meteduras de pata.
Artículo publicado en La Voz de Galicia del 02/01/2022
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