viernes, 28 de junio de 2024

Diversión con banderas

Si no ven la contradicción, es que les falta información.
Fotos: Europa Press y El Progreso respectivamente
 

Que en un mismo balcón cuelguen la bandera gay y la de Palestina es una contradicción que la falta de espíritu crítico de gran parte de la población es incapaz de procesar. Soy consciente de que estamos en un absurdo mundo de tirios y troyanos, en que si no defiendes a Palestina parece que estás apoyando que Israel masacre a la pobre gente que allí vive, algo que nadie con un poco de cordura puede defender, pero no puedo dejar de sentir repugnancia por el uso torticero que se hace de ciertas cuestiones.

Hablar de "Palestina libre" y defender la permanencia de un gobierno teocrático, misógino, homófobo y dictatorial es un antagonismo sólo comparable a los indocumentados que, en pleno orgullo, portan camisetas del Ché Guevara, un tipo que metía a las personas de inclinaciones homosexuales en campos de concentración. Vamos, todo un ejemplo.

La historia está repleta de persecuciones de este tipo, una gran parte de ellas enarbolando una sospechosamente intensa bandera de la "decencia", para demostrarse después que muchos de sus impulsores eran gays reprimidos, algo lamentablemente muy habitual.

Esta tendencia a criminalizar la homosexualidad es propia de casi todos los regímenes totalitarios... pero no es única de ellos. Casi ningún país está libre de culpa y hasta la moderna Inglaterra acabó con la carrera, la libertad y puede que la cordura de Alan Turing cuando en 1952 condenó por "indecencia grave y perversión sexual" a un hombre cuya decisiva ayuda descifrando la máquina alemana Enigma, fue clave para la derrota nazi en la II Guerra Mundial.

Sin embargo, a pesar de ese oscuro pasado de casi todos los países, que se dejaron llevar por los prejuicios religiosos y "morales" para acabar con la vida de quien amaba a quien no debía según los criterios de sociedades cínicas, una inmensa mayoría va caminando a diferentes ritmos hacia normalizar una situación tan habitual que es inapelable.

Sigue habiendo lugares donde se tapa con dinero su barbarie homófoba, y si bien les digo que me parece insultante ver la bandera palestina en mi ayuntamiento, también me resulta igual de repulsivo que el Real Madrid llevase el emblema de Qatar, un país donde la homosexualidad se castiga con la pena de muerte, al igual que en Brunéi, Irán, Mauritania, Uganda, Yemen o Arabia Saudi, el refugio del anterior Rey de España, lo que es para hacérselo mirar.

Todos somos estupendos y hoy es el día de salir a la calle a hacer el ganso con plataformas y poniendo armarios por varias plazas de Lugo, pero llevar esta triste realidad a las últimas consecuencias no conviene, ya sea por ideologías contradictorias o por intereses económicos.


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