lunes, 17 de junio de 2013

¡Viva la guardia pretoriana!

Acabó el Arde Lucus, el magnífico Arde Lucus, hasta el año que viene. Esta fiesta para mi ha cobrado especial interés desde el año pasado, gracias a la creación del Senado donde he encontrado un grupo de amigos en lugar de una mera actividad más de la fiesta.

Este año, con la ayuda de Achádego Teatro, hicimos dos representaciones de sesiones del Senado que creo que han sido divertidas, y eso se nota porque desde el escenario (bueno, eran las escaleras de la plaza de España, pero escenario es al fin y al cabo) te fijas en que la gente se va o no se va durante la representación. No se fue nadie. Bravo por los compañeros senadores.

Pero quiero hablarles de otro grupo, la guardia pretoriana. Verán, en esta edición del Arde Lucus contamos con un grupo recién creado que se convirtieron en nuestra escolta durante la fiesta. La guardia pretoriana está formada por un nutrido grupo de uniformados con un pesado casco, lanza, escudo, coraza… que nos llevaron de un sitio a otro bajo el atronador sonido de los tambores. El espectáculo está servido cuando te lo ponen tan fácil, y una parte importantísima de la exitosa imagen que este año dimos como Senado se la debemos sin duda alguna a los pretorianos.

Más allá de la anécdota, de la caracterización (si digo “disfraz” me pasan a cuchillo), quiero que reflexionen ustedes sobre el mérito de esta gente. ¿Saben lo que es ponerse esa tonelada de equipo y desfilar bajo un sol abrasador (o lluvia, que este año hemos tenido de todo) durante tres días? Porque además se lo toman realmente en serio, gastando suelas y marcando el paso como si fueran la guardia mora.

Y encima cuando cuelgan el casco son una gente simpática a rabiar. Podría parecer que lo lógico fuera que con el cansancio estuvieran de poco humor, pero nada más lejos. Son buena gente, en el sentido más amplio del término, y cuando se relajan son de ese tipo de personas que te pasan una caña y no se quedan con la suya hasta que todos están servidos. Sí, ya lo sé, se llama educación, pero encima lo hacen con gracia.

No tengo ni idea de cómo se seleccionaba a la guardia pretoriana en tiempos del imperio romano, pero les puedo asegurar que es muy difícil que dieran con un grupo mejor para proteger a sus dirigentes. En Lucus Augusti tenemos el lujo de poder contar con ellos y espero que siga siendo así durante muchos, muchos años.

Hoy se me hará raro ir a trabajar sin escolta ni nada. A lo bueno se acostumbra uno enseguida.

1 comentario:

  1. Doy fe que ni una sonrisa se le escapaba aunque los conocieses una vez metidos en su papel. Estaban geniales.
    ¡¡¡¡¡Plaza Mayor!!!!!!!!!!!

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