Un año más vuelve la fiesta romana de Lugo, el Arde Lucus, que recibió su nombre una noche de San Juan de hace ya más de diez años. Puede parecer mucho tiempo, pero teniendo en cuenta que se ha convertido en una fiesta de referencia en Galicia, y me atrevería a decir que incluso más allá de nuestra región, ha sido un éxito colectivo de imposible discusión.
¿Por qué el Arde Lucus tiene tanto éxito? Hay muchas fiestas del estilo de la nuestra, mercados medievales, recreaciones más o menos históricas… Es fácil explicar por qué a los lucenses nos gusta tanto pero, ¿qué atractivo tan enorme tiene para los que nos visitan?
Sin lugar a dudas la fecha es uno de los mayores aciertos del Arde Lucus… y uno de sus más graves errores. El acierto está en que es la primera de las fiestas del largo y completo calendario de citas de Galicia, que en verano se llena de celebraciones, hogueras, festividades y patronos. La climatología de nuestra zona no nos permite hacer grandes cosas en invierno, así que la agenda del verano se plaga de verbenas a las que de año en año no falta un numeroso público. El error está en variar la fecha cada año, y hacer que sea complicado saber cuándo va a ser el Arde Lucus con unos pocos meses de antelación.
La implicación de toda la ciudad, la ilusión colectiva, han convertido Lugo en un hervidero de castreños, romanos, picos, lanzas, escudos, pieles, cuernos, sandalias, joyas, capas, mantos… y togas, sobre todo togas. Ya de ser romano, ser uno de los de arriba, ¡sólo faltaría!
El pasado año les hablé ya del Senado, la actividad en la que me anoté en la edición del 2012 y que este año repite. Les animo a que, si están por el centro el sábado a las 21:15 y el domingo a las 13:00 se acerquen a la plaza de España, en las escaleras del fondo, donde podrán ver dos sesiones del Senatus Lucus Augusti que creo que disfrutarán. Se tratarán temas de la ciudad de Lugo con ironía y llevándolas a un tiempo donde no se menciona a nadie pero se habla de todo… Ustedes lo ven y luego ya me dicen qué les parece.
El Senado refleja, para mí, lo mejor del Arde Lucus. No por la parte pública, por la actuación, que puede que sea discutible (no somos profesionales, sino entusiastas aficionados), sino por lo demás. Es el espíritu de esta fiesta. Treinta personas que hace unos meses no se conocían de nada entre ellos (bueno, alguno de vista que esto es Lugo) y que se ha convertido en un grupo de amigos. Tuvo mucho que ver la excelente labor de Nasdrovia, la compañía de teatro que inició este lío y que, no me pregunten cómo, consiguió estrechar lazos entre nosotros de una manera tan sutil que ni nos dimos cuenta. Nunca le agradeceremos a Gus y Simón suficientemente su trabajo.
Pero eso es el Arde Lucus, una fiesta bienintencionada, a la que uno acude a olvidarse de los problemas y a divertirse, a sacar pecho como lucense y a reivindicar nuestros orígenes desde la personalidad de cada cual. Desde nobles patricios a campesinos castreños cada lucense elige libremente en qué se quiere reflejar, con sus virtudes y defectos, y nadie se ve limitado a la hora de dar vida a su personaje.
Arde Lucus, en poco más de diez años, se ha convertido en una cita imposible de obviar. A ver a dónde llega en otros diez.
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