El comandante Ángel Aznárez es el piloto de Iberia que el otro día desvió su vuelo para enseñarles a los pasajeros la Muralla romana de Lugo. No es la primera vez que nuestra ciudad sube a los cielos, y ya en los años 90 una de las promociones que se llevaron a cabo por el entonces alcalde de la ciudad, Joaquín García Díez, puso el nombre de Lugo a un avión en aquella campaña que culminó con la declaración de la Muralla como Patrimonio de la Humanidad.
Aznárez, por lo que se ve, se ha distinguido además durante años por ser uno de esos pilotos que te amenizan el viaje y que, como en tiempos de Petete “El libro gordo te enseña, el libro gordo entretiene, y yo te digo contento, hasta la clase que viene”. Nos cuentan que este hombre se explaya habitualmente contando anécdotas históricas de las ciudades y lugares que sobrevuelan, y que es habitual que llame la atención de los pasajeros sobre sitios emblemáticos como ahora ha pasado con Lugo. Ha hecho más por el turismo en Lugo con un acto tan sencillo que muchas de esas campañas que nos cuestan tanto dinero o las visitas turísticas al cementerio de nuestra ciudad, que yo sigo sin ver claras.
Ese es uno de los grandes problemas de Lugo, que desde que llegó nuestro actual alcalde se reduce todo a dar golpes de talonario para hacer campañas que atraigan turistas a la ciudad. No les digo que no funcione, pero lo hacen muchísimo menos de lo que deberían y, por otra parte, nos cuestan un Congo. A veces no se trata de dilapidar sino de utilizar la imaginación y la creatividad, que no siempre tienen que ceñir a soltar dinero a “servicios externos”.
Antes un concejal o un alcalde era un tipo con ganas de hacer algo por su ciudad. Gente con iniciativa, con empuje, que se arremangaba y hacía directamente casi todo salvo lo que se refiere a la parte administrativa, donde descansaba sobre los funcionarios municipales. Pero de unos años a esta parte (y no creo que esto pase sólo en Lugo) los concejales gobernantes se creen una especie de “altos directivos” que tienen que ir de traje y corbata, viajar en coche oficial (es un decir, que en Lugo son poco habituales estos vehículos) y subcontratarlo todo para no despeinarse. No se trata de eso.
Yo soy el primero en dar importancia al papel de los representantes de los lucenses en el ayuntamiento, no me entiendan mal, pero deberían tener otro perfil. No se trataría tanto de profesionales de la política como de “vecinos inquietos” que quieran hacer cosas por Lugo.
Les voy a poner un ejemplo de actualidad. Se va a peatonalizar Quiroga Ballesteros, y se encarga a los servicios técnicos municipales toda la planificación técnica de los desvíos de cableados y tuberías subterráneos, que es lo complicado. Pero se les veda el poder decidir dónde se ponen los bancos y las farolas en superficie. Si se reservara el concejal de turno esa parte, porque es la bonita, aún tendría algo de sentido pero no se hace eso sino que se contrata por un montón de dinero a una empresa externa para darle un “repasito estético” a la zona. No lo veo, la verdad. Lo lógico sería que el concejal se reuniera con los funcionarios de ingeniería y entre todos le dieran unas pinceladas al tema, o incluso que se convocara un concurso de ideas entre la población, que les recuerdo que en Lugo hay mucha gente con suficiente cabeza para poner cinco bancos y cuatro farolas.
Ni Aznárez cobró un euro por lo que hizo (aunque no estaría mal un reconocimiento por parte de la Corporación) ni muchas de las actividades a llevar a cabo deberían tener un coste elevado, pero el gran problema es la “externalización” del sentido común. Así tenemos los presupuestos, temblando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Derecho a réplica:
Se admiten comentarios, sugerencias y críticas. Sólo se pide cierta dosis de ''sentidiño'' y cortesía.