viernes, 14 de diciembre de 2012

De defender lo público a defender lo tuyo

¿Conocen algún colectivo que no defienda lo suyo? Yo no. Hasta los presidiarios tienen asociaciones y defienden sus intereses, lo cual vería totalmente lógico si no fuera porque los guardias civiles o los militares tienen vetado asociarse. 

Pero bueno, a lo que iba. Estamos en un momento en el que todo mundo protesta, unos con más razón y otros con menos (todos con alguna) porque les afectan recortes, medidas, ajustes como los quieran llamar. Si se organizan colectivamente hacen más ruido, y eso siempre es bueno para la protesta y para los medios de comunicación que la recogen, y que están deseando hacer una foto que se salga de lo habitual porque están hartos del grupo de gente con pancarta a la cabeza que tanto se da últimamente. 

Lo interesante es que casi nadie protesta diciendo lo que realmente quiere o lo que le molesta, sino que buscan una argumentación que sea “vendible” a la opinión pública. Por ejemplo, yo mismo soy funcionario y me han dejado sin paga extra de diciembre. Cuando los sindicatos vinieron a decirnos que nos manifestáramos con ellos no nos decían “vamos a poner en la pancarta que nos han dejado sin extra” sino que luchaban “por los servicios públicos”. Ahí está el matiz, el genio de la lámpara… ¿quién no va a estar a favor de los servicios públicos? Dicho así suena muy bien. 



En Madrid ahora están con el tema de las privatizaciones de la sanidad. Los médicos, las enfermeros y los demás colectivos relacionados con la sanidad (salvo los enfermos, curiosamente) salen a la calle en defensa “de la sanidad pública”. Queda feo decir que luchan por mantener su estatus de personal estatutario (que no funcionario, que no es lo mismo), cosa que por otra parte es de muy digna defensa pero más difícil de vender al ciudadano medio. 

Si a una persona de la calle le preguntan si quieren que se reduzca el número de funcionarios la respuesta automática (las cosas que se aprenden machaconamente, como la tabla de multiplicar, salen así) contesta que “sí, sin duda”. Si les preguntan si hay que privatizar los centros hospitalarios o los colegios la respuesta es idénticamente rápida “no, por Dios, ¿está usted loco?”. Me lo expliquen. 

Que sobramos funcionarios en la administración ya se lo digo yo, no hace falta que nadie venga a contármelo, pero curiosamente es el único sitio donde tiene sentido la figura del funcionario. Les explico cómo veo yo el tema. Les hablaré de la teoría, que ya sé que todo es matizable y que hay muchas cosas que no funcionan exactamente así. 

Un funcionario tiene una vinculación con la administración que no permite echarlo a la calle a menos que haga una barbaridad bastante gorda. Esto, que es se ve siempre como un privilegio del funcionario, es una garantía de que el personal de la administración será objetivo, y por tanto la administración ejecutará órdenes siempre que sean legales, sin tener encima la amenaza del “o te vas a la calle”. Lo contrario sería volver a la figura de los “cesantes” del siglo XIX, esa gente que trabajaba sólo cuando gobernaban los suyos y hacían de la administración un brazo armado de los partidos políticos. 

La Administración, puramente hablando, es la organización que usan los gobiernos para ejecutar las normas y vigilar su cumplimiento. Sin embargo, en las últimas décadas la administración ha ido creciendo para empezar no sólo a vigilar los sectores sino a intervenirlos mediante su entrada en los mercados como una empresa más. 

A mi, personalmente (recuerden que soy liberal) no me parece lógico que el Estado construya y gestione hospitales, colegios, residencias, tiendas de recuerdos, restaurantes… Lo suyo es que vigile que su funcionamiento es el que tiene que ser y deje su gestión a la iniciativa privada. 

Ya, ya, no se me alteren. Las malvadas empresas buscan sólo su beneficio. Lo que pasa es que lograr el beneficio también pasa por dar un buen servicio y ajustar costes, cosa que no hace el sector público porque el dinero les importa un carajo. Ese rollo de que en la privada no te hacen pruebas es una tontería, porque le tienen mucho más miedo a una demanda que el hospital público, al que le da igual 10 que 100. Por desgracia en casa hemos tenido algunas experiencias y algún familiar mío de tantas pruebas que le hicieron (en la privada) no brilla por las noches de milagro. 

Con la enseñanza pasa igual. Si todos los profesores son funcionarios, da igual que enseñen o que pasen del tema. No hay consecuencias, no hay presión. ¿Por qué todos los papás quieren meter a sus hijos en colegios “concertados”, que no dejan de ser colegios privados pagados con dinero público? ¿Esos mismos papás luego cogen la pancarta en defensa de lo público? 

Volviendo al inicio, no me parece mal que la gente proteste, lo que me parece muy mal es que disfracen sus reivindicaciones para intentar convertirlas en un asunto “de todos”. Y lo más llamativo es que la ciudadanía entra al trapo con una facilidad pasmosa, en parte porque están deseando protestar y no tienen a nadie como Dios manda que encauce sus quejas. 

Decir que la eliminación de la extra que nos han hecho a los funcionarios va contra el sector público es una sandez. ¿A ustedes les han dejado de tramitar un expediente por esa medida? Otra cosa es que vaya contra el sector privado, porque es mucho dinero que se movía en Navidad y que se usaba para hacer regalos, pero eso es otro tema. Decir que es un ataque al sector público es una chorrada, aunque a mi, personalmente, me jode como al que más.

Estamos en un momento muy complicado, y ya me dirán qué hacemos. A mi tampoco me gusta que rescaten bancos y nos fastidien a todos los demás, pero si me dicen ustedes otra forma de salvar la economía y, por lo tanto, al país, pues nos ponemos a ello. Pero no existen las varitas mágicas. Hasta los franceses, esa gran alternativa de izquierdas, ha metido la tijera porque no queda otra. Una cosa es gritar desde la oposición y otra hacer lo que hay que hacer. 

Cuando tienes un pie gangrenado te lo amputan. No es agradable, pero tampoco protesta nadie porque es lo que hay que hacer. Pues estamos así, si no peor y de la quimioterapia con sabor a piruleta no nos queda.

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