lunes, 1 de abril de 2013

Entre yates anda el juego

Les dije el otro día que hablaríamos del presupuesto de la peatonalización de Quiroga Ballesteros, pero que podría haber temas de actualidad. Lo hay. La foto de Feijoo creo que merece desplazar a mañana el otro tema. 

Sale una foto de Feijoo con su colega de hace 20 años y le ha faltado tiempo al BNG para pedir su dimisión. Parece que aún supuran ciertas heridas, como la de la foto de Quintana en el yate, con la bandera española de fondo, que le costó al bipartito las elecciones por acumulación con otras meteduras de pata públicas y notorias (me resisto a creer que una única cosa te haga perder unas elecciones si eres un brillante gobernante). 

Feijoo ha salido con un comunicado en el que afirma que cuando supo lo que hacía este señor dejó de tener relación con él. No tenemos por qué no creerle. Yo tengo conocidos e incluso amigos que han venido de vacaciones conmigo que después resultaron ser lo que no parecían (sin fardos de coca, pero fueron decepciones personales importantes). Incluso a mucha gente le ha pasado que durante un divorcio su expareja saca a relucir una mala leche que era desconocida para su cónyuge durante los 20 o 30 años de matrimonio. 

Parece bastante básico, pero lo voy a decir explícitamente por si acaso: nadie puede ser culpabilizado por lo que hace un tercero, por estrecha e íntima que sea su relación. Cuando digo nadie, me refiero exactamente a eso. Yo jamás he dicho que Orozco tenga que ser culpabilizado de las cafradas o presuntas cafradas que hacía Liñares en el Ayuntamiento de Lugo. Tampoco creo que Rajoy tenga la culpa de lo que hacía Bárcenas, o Griñán de que un cargo de su Junta pusiera el cazo para los EREs. No es un "y tú más", justo lo contrario, es una defensa global.

Y no me entiendan mal: no digo que en estos casos no haya que pedir explicaciones, claro que hay que hacerlo, pero porque hablamos de personas que están bajo tu mando. Lo de Feijoo ni siquiera llega a ese grado de responsabilidad. En los tres ejemplos (Orozco/Liñares, Rajoy/Bárcenas, Griñán/EREs) se puede entender que hay un grado de responsabilidad (no de culpabilidad a menos que exista complicidad o que estuvieran metidos en el ajo) porque se entiende que si una persona es subordinada tuya has de tener un cierto control sobre lo que hace. Lo que se llama culpa in vigilando. De todas formas se entiende que al primero al que le intentan ocultar estas cosas es al jefe, siempre que éste no lleve porción del pastel, claro, pero incluso en este caso tu culpa también es por tus actos, no por lo que hace otra persona. 

La foto de Quintana no le hizo perder las elecciones porque su colega fuera mala persona, sino porque la administración de la que Quintana era vicepresidente acababa de darle una concesión muy jugosa en el tema del concurso eólico. Es decir, no se culpa a Quintana de nada que hiciera su amigo (que en teoría tampoco hizo nada malo) sino que se pedían explicaciones de lo que parecía que podía ser un trato de favor. Aquí no hay nada de eso: no se acusa a Feijoo de esconderle fardos de coca en el sótano de su casa, ni de utilizar cargo alguno para echar un capote al señor este. Sólo se le acusa de haber sido amigo suyo. 

Pues qué quieren que les diga, con las vueltas que da la vida tarde o temprano es fácil que todos nos tengamos que avergonzar de alguna amistad, porque una cosa es la gente en su vertiente social y otra en sus tejemanejes. Y si no que pregunten a todos los “amigos” de Dorribo, o a la típica señora que cuando hay un asesinato en el piso de abajo dice que el homicida “era un señor muy agradable, saludaba siempre en el ascensor y me sujetaba la puerta del portal”… 

A ver si ahora tenemos que pedir certificado de penales para tomar un café.


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