Que ayer hiciera el primer día de primavera estable del año era bastante más que una buena noticia, era una necesidad. El clima no ha ayudado a que por esta tierra, ya de por sí vapuleada por problemas económicos, políticos, sociales y de todo tipo, levantara cabeza. Abrir todos los días la persiana y ver el cielo encapotado y el suelo mojado no es lo mejor para afrontar la jornada con alegría.
Con sol todo parece mejor, hasta que lees el periódico por la mañana y ves que Caramelo y una constructora de Ribadeo entraron en concurso de acreedores, Pescanova está temblando por las dudas y han matado a tres personas con unas bombas en una maratón en Estados Unidos. ¿De verdad no nos van a dejar levantar cabeza?
Hay una serie de personas que son dañinas de por sí. No hablo de los de las bombas, que esos no es que sean dañinos, es que son monstruos que no deberían ser considerados parte de la especie humana, que no es lo mismo, hablo de gente que todos los días, sin excepción, dedican unas valiosas horas del único bien que no podemos comprar (el tiempo) a calentar los cascos al prójimo sobre lo mal que va todo. Hay una línea muy fina entre la denuncia, incluso la rebelión, y la pesadez que supone leer a diario lo mal que va todo.
A ver si nos entendemos: en mi opinión los medios de comunicación han de denunciar aquello que vean mal hecho, ya que nuestros bienamados gestores públicos no lo van a hacer, pero si se fijan las páginas de malas noticias son una parte ínfima de los diarios, aunque es la que más llama la atención. Pero luego hablan de cultura, deportes, gastronomía, el tiempo y hasta suelen dedicar algún espacio a las historias “de interés humano” (las otras seguramente están orientadas a que las lean los lémures, que están muy de moda) para animar un poquito al personal.
Pero hay gente que no. El Facebook es un espejo bastante claro de lo que esconde el alma humana porque, aunque la mayoría de la gente pone su nombre y apellidos, el común de los mortales parece no ser consciente de lo que hace y da rienda suelta a la mala leche y la bilis acumulada, soltando improperios y barbaridades con una facilidad pasmosa. Algún muro del Facebook parece un manual de la revolución, y no hay más que malas noticias, ataques gratuitos (que aunque luego se demuestren falsos jamás se corrigen o se piden disculpas por la falacia transmitida alegremente), críticas que rozan la infamia… Y normalmente firmados por quienes más deberían estar calladitos.
Paseo del Miño |
No creo que sea bueno este ambiente que está instaurado. Tampoco les digo que nos pongamos una venda y dejemos de ver “la verdad” (término subjetivo como pocos), pero oigan, que no puede estar uno todos los días viendo sólo el lado negro de las cosas, que eso no es sano. Incluso tengo la firme convicción de que hasta que el estado de ánimo general no se levante un poco, no saldremos del pozo de la crisis, y no me refiero a la económica, sino a la nacional en todos los sentidos del término.
Así que, ¡alegría! Recuerden que mientras hay vida hay esperanza, y que las cosas más importantes son gratis: la familia, el dar un paseo junto al río, los amigos… Y si tienen un perfil en Facebook hagan un repaso de sus últimas 100 publicaciones y cuenten cuántas son positivas. Si bajan de 20, preocúpense.
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