martes, 21 de enero de 2014

El aborto

Creo sinceramente que toda la polémica sobre el aborto se reduce sencillamente en una única pregunta: ¿Cuándo empieza el ser humano a ser humano? No he dicho que la pregunta fuera sencilla...

La dificultad es que eso no tiene una respuesta clara. Ni los defensores del aborto libre me convencen asimilando un feto a un cáncer o un apéndice a extirpar, ni tampoco me veo persuadido por los que creen que desde el minuto cero hay un ser humano con su alma y esas cosas.

Las consecuencias de la contestación a esa pregunta no son menores, ya que suponen la diferencia absoluta, decantan la opinión de una u otra manera. Si uno piensa que el feto es un ser humano, obviamente el derecho a la vida de éste deberá estar por encima del derecho de la madre de no continuar con el embarazo, ya que hablamos de la supervivencia frente a nueve meses de molestias (la comparación no es proporcional), pero si crees que el embrión es un “algo” sin valor en sí mismo, verás lógico que la portadora, es decir, la futura madre, pueda elegir qué hacer.

Sería mucho más fácil si hubiera un hecho diferencial que te permita marcar un antes y un después, pero no existe y ni siquiera el nacimiento parece ser una línea demasiado evidente. Ni el abortista más abortista defenderá, creo yo, que un feto de nueve meses menos un día es una cosa sin derechos y que te lo puedes cargar.

La cuestión se traslada entonces a dónde trazar la línea, esa línea imaginaria, arbitraria y terrible que definirá cuándo un embrión, feto o lo que sea pasa de ser un conjunto de células a ser una persona con sus derechos, entre los que destaca el más fundamental de todos: el derecho a la vida. Recomiendo vivamente ver el documental de National Geographic (que supongo que nadie vincula a la Conferencia Episcopal) titulado "El vientre materno" antes de decantarse por una opción.

Obviamente es una cuestión moral, filosófica, incluso religiosa para muchos. Siempre me choca que quienes defienden el aborto critiquen que se tome como una cuestión moral. ¿Entonces qué es, civil? Claro que es moral, como el 99% del código penal, como el "no matarás", "no robarás" u otros mandamientos que tienen un obvio reflejo en nuestra legislación sin que a nadie se le ocurra decir que son imposiciones de la Iglesia. Y tenemos una moral muy extraña, ya que somos una sociedad que aprueba leyes para proteger los embriones de las especies en peligro de extinción pero llama la atención muchísimo que no protejamos a los de nuestra propia especie.

Por si esa gran duda filosófica fuera poco, otro gran problema de esta cuestión es que no está abierta a negociación: quien cree que hay una vida de un ser humano en juego no va a transigir con que se asesine a lo que él considera una persona, sea el plazo que sea, y quien piense que es un conjunto de células sin valor tampoco va a ceder en su defensa del derecho de una persona (la madre) a decidir sobre su cuerpo. No hay término medio.

Enlace al vídeo de National Geographic
¿Y cuál es mi opinión? Supongo que puede parecer que estoy contra el aborto por lo dicho, pero no es tan sencillo. Lo llamativo en mí, que suelo tener opinión para casi todo, es que no la tengo: veo igual de defendible una postura que la otra, porque no tengo ni la más remota idea de cuándo una persona empieza a serlo e insisto en que ese es para mí el nudo gordiano de la cuestión.

Lo conservador parece que sería ser antiabortista aplicando el principio de “in dubio pro reo”, es decir, no nos carguemos fetos no sea que mañana se pueda demostrar que eran personas y hemos asesinado a varios millones por “no estar seguros” de lo que eran. Sin embargo en este caso me parece simplista.

Supongo que si yo tuviera que decidir me iría a una ley de plazos, es decir, a liberalizar el aborto hasta un determinado periodo de gestación y después de esa fecha ilegalizarlo. Otra cosa es cuál sería ese plazo. He mirado por ahí y lo habitual es entre 10 y 14 semanas. Por decir algo, aunque visto el documental que les decía antes las dudas son enormes.

De todas formas hay más opciones que abortar o asumir al crío de por vida: se puede dar en adopción. No hablamos de una condena para siempre a una mujer por un error propio (falta de previsión en lo que a anticonceptivos se refiere), ajeno (fallo de esos anticonceptivos), o a conductas criminales. Es un trago de nueve meses que sé que no es fácil de superar, pero si le queda alguna duda de si está matando a un inocente (el crío) puede suponer una condena psicológica de por vida. En caso de violación, por ejemplo, me parecería más proporcionado y justo pegarle un tiro al violador, qué quieren que les diga.


Otro supuesto que todo el mundo da por sentado, el de las malformaciones, también tiene su miga. Si esos problemas dan como resultado que el feto no es viable tiene su lógica el aborto. Pero si puede llegar a nacer, aunque sea con problemas, me cuesta trabajo entender esa ligereza para abortar como si habláramos de un error de fábrica de una lavadora.

Asumir que un feto “imperfecto” puede ser objeto de aborto es lo que se llama “eugenesia”, una técnica muy apreciada por los nazis. Es el paso anterior a poner una inyección letal a todo aquel que no cumpla los estándares de calidad que la sociedad imponga. ¿Un ciego merecería vivir? ¿Y un cojo? ¿Dónde trazamos esta nueva línea? Porque volvemos a hablar de líneas, una vez más.

Del aborto por razones económicas ya no hablamos. Me parece una auténtica atrocidad cuando hay cientos de parejas deseando adoptar y sin posibilidad de hacerlo.

El gran drama social del aborto, en mi opinión, es su frivolización: se toma casi como un método anticonceptivo tardío.

En resumen, quizás el aborto sea un mal menor necesario en una sociedad como la nuestra, pero al menos me gustaría que se conceptuara como un mal, no como una cuestión de trámite como ir a cortarse el pelo o cambiar el aceite al coche. A los antiabortistas les diría que tienen que entender que hasta que demuestren que hay un ser humano no pueden obligar a nadie a nada, y a los abortistas que deberían comprender que para los otros es una cuestión comparable al asesinato. No se van a poner de acuerdo jamás, pero al menos debería haber una comprensión mutua, un entendimiento que hoy creo que no existe.

Es un tema casi imposible y que reconozco no poder asumir principalmente porque no soy mujer, y es obvia la limitación de un hombre para poder ponerse en la piel de la embarazada. Lo que lamento es que esta decisión parezca que se toma muy a menudo (no siempre, claro está) sin la debida reflexión y sin ser conscientes de la gravedad que encierra.

Ya he dicho que quizás lo lógico sea el tema de plazos, y aun así me rechina, cuando todos los días vemos esas campañas que tanto abundan de “van a sacrificar a estos cachorritos si nadie los adopta” mientras que asistimos impasibles a innumerables abortos de lo que puede que no sean seres humanos, pero puede que sí.

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