Cuando les digo que Joaquín García Díez era un visionario a veces creo que me quedo corto. Entiendo que puede parecer, para quienes me conocen poco, que por amistad o peloteo pongo más el acento sobre personas a las que admiro profundamente. No se les ocurre, a estos desconfiados, que puede ser al revés, que esa admiración fue la que generó la cercanía que desembocó en amistad.
Hoy viene al caso porque nos informan de que la playa fluvial, esa idea que el BNG defiende como propia, ha quedado como tantas otras en agua de borrajas. Los nacionalistas, que llevaron el tema a un pleno del ya lejano 2009, quieren colgarse una medalla de cartón, porque al final ni playa ni nada, pero es que encima el proyecto es anterior a ellos, muy anterior, y las pruebas están en el PEPRIM.
Fácil de confundir con el PEPRI, que habla del casco histórico, el PEPRIM es el Plan Especial de Protección del Río Miño, aprobado en un pleno de febrero de 1998 por el PP, con el entonces alcalde Joaquín García Díez a la cabeza… y el PEPRIM ya recogía la playa fluvial, así que no nos vengan firmando proyectos que ya estaban ahí.
El tres de marzo del 2011 la Diputación anuncia a bombo y platillo que ya tienen proyecto y, en abril de ese año 2011 juraba el Ayuntamiento de Lugo que "El Ayuntamiento y la Diputación iniciarán la próxima semana la construcción de la zona de baño del Miño". Para mayor abundamiento, en abril de 2012 Orozco nos contaba en su web particular (me refiero a www.lugo.es, que se supone que es institucional pero una somera lectura aclara las dudas) que estaban “aprobados los últimos trámites de las obras de la playa fluvial que financia la Diputación con 500.000 euros”, un año después de decir que empezarían a la semana siguiente.
Una de tres, o nos mentían entonces o nos mienten ahora, o nos mentían en ambas ocasiones, que es lo que más probable parece.
Una playa fluvial en una ciudad sin mar y con río parece una cuestión de mero sentido común, como asumieron los promotores del Club Fluvial. El tema de que sea pública es harina de otro costal, pero tras anuncios, que no promesas, y adjudicaciones de proyectos la cosa se va a quedar en nada.
Los lucenses nos hemos gastado, por mediación del señor Orozco, más de 600.000 euros en una cafetería en el Parque de Rosalía, por poner un ejemplo así a bote pronto. ¿Creen ustedes que cualquier persona en su sano juicio vería eso más prioritario que la playa fluvial? Y si nos ponemos a mirar un rato las cuentas municipales creo que todos coincidiríamos en que el orden de los factores sí altera el producto.
“Vaya, vaya, aquí no hay playa”, decía la canción. Pues ya saben, Foz está muy cerca gracias a la nueva A8, porque como esperen a la playa fluvial de Lugo que hace casi 20 años ideó García Díez se les va a pasar de moda hasta la toalla.
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