De la toga a las sevillanas en un mismo día |
Ha sido un fin de semana bastante intenso, y ha sido casi como los de antes del Covid. Salvo por el uso de las mascarillas, que seguimos manteniendo más allá de la obligación porque la prudencia es la norma, vamos recuperando cosas que parece que ya casi se habían perdido para siempre y no, en absoluto.
El sábado tuve el placer de asistir a uno de los paseos con Paulo Fabio Maximo, legado de César Augusto y fundador de nuestra ciudad, y que en el Arde Lucus encarna el amigo Manuel Buján, quien parece que haya nacido para eso. La iniciativa senatorial, enmarcada en el Lucus Cultural, cuenta con la participación de Guido Guía, en su papel de “Guidox”, y nos llevó desde el centro hasta la sala-museo de San Roque (probablemente la menos conocida por todos los lucenses) donde acompañamos a un grupo de visitantes y algún local a ver aquellos restos.
Miren si la cosa es llamativa que por el camino se nos unió a la visita un grupo de catalanes que estaban de fin de semana en Lugo y que no se podían creer lo que veían, algo que ya nos resulta extraño porque ahora vas por la ciudad con toga y no le llama la atención a nadie. Lo que hace la costumbre…El mismo sábado por la noche tocó cambiar totalmente de registro y pasar de la toga a la guitarra española en la Feria de Abril del Círculo de las Artes, un espectáculo digno de ver y de disfrutar.
La Feria en Lugo es como un perro verde, algo que choca porque está “trasplantada” de Andalucía y que precisamente por eso llama tanto la atención, al igual que una muñeira en Sevilla o en cualquier otra Casa de Galicia que hay por el mundo adelante, pero oigan, es lo bonito de esto, pasarlo bien con cualquier excusa.
En nuestra ciudad la primera Feria organizada en serio la preparó mi madre en el Verruga. La primera vez que se hizo parecíamos unos chalados, con farolillos, trajes de gitana y botellas de manzanilla en Lugo, pero el éxito fue inmediato. Creo que nadie se esperaba que hubiera tanta afición en nuestra ciudad a las sevillanas, pero ver la Calle de la Cruz con un montón de gente bailándolas en una larga fila es algo difícil de olvidar.
A los pocos años de hacerla el Verruga se apuntaron otros locales y el Círculo de las Artes, que tiene la enorme ventaja de contar con el Salón Regio, donde hagas lo que hagas queda de película (literalmente hablando en alguna ocasión en que ha sido un set de rodaje). Pues el sábado el cambio fue notable, con farolillos, guirnaldas y hasta unos toldos a modo de casetas que nos trasladaron a la Feria de Abril.
El Salón Regio del Círculo de las Artes preparado para la Feria de Abril |
La cena, para qué les voy a engañar, fue corriente tirando a malucha, pero francamente nos daba igual a todos porque a lo que íbamos era a disfrutar del espectáculo, el baile y las sevillanas y tampoco es que se pudiera esperar nadie que nos pusieran chanquetes y gamba fresca por los 15 euros que costaba el menú. Eso fue lo de menos.
Lo importante es lo bien que lo pasamos. Hasta los más tímidos y vergonzosos nos animamos a bailar (o algo así) unas rumbas. Con las sevillanas no nos atrevimos porque eso es algo que hay que saber hacer… salvo nuestro amigo Max, que como es francés no tiene esa tonta vergüenza patria que hace que no nos lo pasemos tan bien como él. Tenían que verlo haciendo los movimientos de la sevillana con total desconocimiento pero con muchísimo arte. También es verdad que pocas personas hay tan magnéticas como Max, y creo que sería capaz de integrarse tanto en una tribu del África más profunda como en el Polo Norte con esas contradictorias mezclas que tiene de despiste y atención extrema, conocimiento enciclopédico y curiosidad y sobre todo un extraordinario encanto personal que hace que se meta en el bolsillo a cualquiera.
Volviendo a lo que hablábamos, la Feria de Abril del Círculo es la primera gran fiesta que se celebra con cierta normalidad y que supone la verdadera recuperación de la Sociedad y estoy totalmente seguro de que será el inicio de una importante vuelta a las exitosas citas de nuestra más importante casa común.
Por cierto, para los despistados que piensan que el Círculo es “para ricos” les diré que no sé de ningún sitio más barato. No hay cuota de ingreso (antes se pagaba una entrada para poder hacerse socio, pero hace ya años que lo quitaron) y la cuota es de tan sólo 20,20 euros al mes e incluye en ese precio a un matrimonio y a sus hijos menores de 15 años, con lo que es realmente baja (no hay que ser un gran matemático para ver que a una pareja le sale a 10 euros al mes por cabeza y si son 4 en casa, a 5 euros). Para los jóvenes de 15 a 26 años hay una cuota juvenil de 10,10 euros mensuales. Así que con ir allí a leer las muchas revistas que hay en la biblioteca, jugar un billar o disfrutar de cualquiera de las muchas actividades que organizan nadie puede dudar que ser socio del Círculo de las Artes es un auténtico chollo.
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