Cómo teníamos la casa y cómo la dejaron... (y las fotos del después son tras darle una buena limpieza) |
Leo hoy en La Voz de Galicia que los propietarios de un local comercial que arrendaron a terceras personas se enfrentan a una multa por parte del Ayuntamiento de Lugo porque sus inquilinos transformaron el local, sin su conocimiento, en viviendas completamente ilegales. Fue leerlo y sentirme identificado porque a mi familia le pasó algo similar, aunque por suerte nos enteramos nosotros antes que la administración y le pusimos remedio, si bien costó disgustos y problemas.
Mis abuelos tenían una casa en Miño que heredaron mi madre y mi tía. Como el reparto del uso era complicado parecía que lo más razonable era alquilarla y así lo hicimos. Apareció un inquilino perfecto: funcionario de alto nivel, casado, con un bebé y que además iría a vivir con sus padres a la casa. Sobre el papel el perfecto candidato así que se firmó el contrato sin mayor problema.
Pasó el tiempo y todo iba perfectamente. Pagaban la renta puntualmente y no daban el menor problema. Hasta que un día paseando por Coruña me paró la dueña de la casa colindante y me saludó calurosamente (estuve viviendo un invierno en esa casa y tomamos bastante confianza). La conversación fue algo como esto.
- Hola Luis, ¿qué tal todo? ¿Cómo están tus padres?
- Pues muy bien, y vosotros, ¿qué tal? ¿Todos bien?
- Sí, sí. No sabes cómo os echamos de menos en Miño. Qué pena que hayáis vendido la casa.
- No, no la vendimos, está alquilada.
- ¿Alquilada?... ¿Sigue siendo vuestra?...
- Sí, así es.
- ¿Pero sabéis lo que tenéis allí?
- No sé a qué te refieres.
- Luis, que os han montado una casa de putas.
Pensé, desconfiado de mí, que la buena mujer exageraba y que era víctima de prejuicios ya que la mujer del inquilino era extranjera. Me lo notó en la cara y siguió:
- No, no exagero, es que es literalmente un puticlub.
El susto fue mayúsculo y claro, allá se fueron las propietarias a echar un vistazo y a ver qué había de cierto en el tema. Lo había todo. No sólo era un lupanar sino que en el garaje habían construido un apartamento completamente ilegal.
De la misma forma que los que hoy vienen en La Voz de Galicia, enviamos un burofax al inquilino indicándole que el contrato no permitía ningún tipo de actividad económica en la casa y que la vivienda del garaje era completamente ilegal. Su respuesta fue dejar de pagar la renta, lo que, a la larga, nos vino muy bien.
Afortunadamente se había hecho un seguro de inquilinato, algo que recomiendo vivamente a cualquiera que alquile lo que sea, y al dejar de pagar automáticamente entró en funcionamiento el dispositivo del seguro para echar a los morosos y abonar las rentas pendientes (menos dos, que el seguro no cubre las primeras por razones que desconozco).
Tardaron unos meses pero los pudieron echar. Cuando entramos en la casa se nos cayó el alma a los pies. El suelo de madera, teñido de negro. Las paredes blancas, pintadas de rojo o de rosa. Los muebles llenos de pegatinas... y así todo.
Nuevamente el seguro se hizo cargo de la mayor parte de los daños, y nos pasamos el verano reparando nosotros el resto, y la casa volvió a ser lo que era... pero la experiencia nos dejó tocados a todos.
Volvimos a alquilar la casa poco tiempo después a un jardinero cubano y su familia. Un hombre honrado, trabajador y responsable que cuidó la casa como si fuera suya y que estuvo allí hasta que la pudimos vender. Sobre el papel, insisto, el primer inquilino era mucho mejor que el segundo. Un funcionario de nivel alto frente a un profesional autónomo da mucha más tranquilidad, pero ya ven que no siempre es oro todo lo que reluce.
Hoy me pongo en la piel de las personas a las que el Ayuntamiento ha denunciado por ser los "responsables" de que sus inquilinos hicieran una vivienda en un bajo. ¿Puede demostrar el Ayuntamiento que la propiedad conocía ese uso? Porque si no es así, qué quieren que les diga, me parece un poco arriesgado dar por sentadas esas cosas.
Mañana hablamos de lo que esto supone para el mercado del alquiler.
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