El tren se va de Lugo ante la pasividad de los lucenses. Foto: La Voz de Galicia |
Más allá de las salidas de tono del Ministro de Transportes, que no son más que anécdotas por graves que puedan resultar, es bastante más preocupante el continuo goteo de malas noticias sobre todo lo relacionado con la movilidad para nuestra ciudad y la provincia.
Lo del tren ya es para tirar la toalla. A primeros de abril se eliminaba el Alvia de las 10:50 a Madrid. Estos días nos enteramos de que desaparece la conexión con Orense para venir a nuestra ciudad desde el AVE nocturno... Dos conexiones menos en poco más de un mes, y no es que antes estuviéramos muy boyantes.
La pantomima de la Intermodal, esa nueva obra faraónica que sólo servirá para enterrar dinero público sin que suponga ninguna ventaja real, ha sido el engañabobos en que mucha gente, que no lo es, quiso depositar sus esperanzas queriendo ver una mejora del tren que no hay. De hecho poco a poco pierde competitividad, y mientras tanto las plataformas que se decían defensoras del ferrocarril y los partidos que hicieron de este tema el centro de sus campañas electorales callan una vez logrados sus respectivos objetivos: las subvenciones y los votos.
El sufrido lucense se ve condenado a usar los autobuses, que con la nueva estación se alejarán de la ciudad "para ser modernos". La otra opción es llevar sus coches particulares por carreteras cada vez más deterioradas.
Nadie alza la voz. Como ciudadanos callamos apáticos o, lo que es peor, cómplices, con una situación que avalamos convocatoria tras convocatoria con nuestros votos y día a día con nuestros silencios. Los partidos mayoritarios se rasgan las vestiduras... cuando gobierna el otro y el nacionalismo gallego ejerce de centralismo y sólo mira por el eje atlántico, que es donde están los votos.
¿Y quién se acuerda de Lugo? A veces parece que ni los lucenses.
Hace unas semanas fui a una consulta médica en el HULA. Yo, al igual que otras que estaban allí, fui atendido con horas de retraso respecto a la hora de la cita.
ResponderEliminarA estas alturas de la película no me llamó la atención el hecho de que fuese el único que protestase por escrito. En la sala de esperas oyes conversaciones en las que se dicen lindezas como que "Si tardan, mejor que sea así para que a uno le atiendan bien."
A actitudes pasivas como esta debemos tomaduras de pelo como esta u otras como la del tren o las deficientes comunicaciones con Orense y Santiago. Dos o tres tipos como yo protestando no vamos a conseguir nada; en cambio, si somos miles los que protestamos, los que ponemos los pies contra la pared, pues a lo mejor se nos empieza a tomar en serio.
Mención aparte merece el diario El Progreso: siempre entregado al poder de turno, con independencia de las siglas de los partidos en el gobierno. Indignante, por ejemplo, un artículo en el que se hacen eco de las dificultades técnicas y económicas que supone traer aquí. Dichas dificultades son reales; lo que es impresentable es la intención del artículo, que no es otra que el deecirnos que debemos resignarnos.
En fin, no nos respetan por que no nos hacemos respetar y, por tanto, el resultado obtenido es el previsible.