miércoles, 17 de julio de 2024

Carlos, más que un cocinero, un gran amigo

Carlos Rodríguez, gran cocinero y, sobre todo, gran amigo

Cuando preparamos el libro del Verruga (Restaurante Verruga: historias y recetas), que publicamos al cerrar el restaurante y que recoge anécdotas ocurridas en el local en sus casi 65 años de historia y muchas de las recetas que lo hicieron tan popular, dedicamos un capítulo a Carlos Rodríguez.

Quizá por el nombre no les diga nada, pero si les digo que era el sobrino y cocinero del restaurante Currito (que tenía uno en la Casa de Campo de Madrid y otro en Santurce) seguramente ya les suene más.

Hace unos días Carlos nos dejó, y como modesto homenaje les reproduzco aquí el capítulo que le dedicamos en el libro como agradecimiento a su buen hacer y, sobre todo, a su amistad.


CARLOS, MÁS QUE UN COCINERO

UN GRAN AMIGO

 El Verruga tuvo una gran transformación gracias a Currito y su sobrino y cocinero Carlos Rodríguez. 

Desde que Curro estuvo en el Verruga haciendo unas jornadas de gastronomía vasca y le dijo a Miluca “tú pégate a Carlos y no te separes de él”, recibimos un curso acelerado de cocina de su tierra que supuso un antes y un después en nuestros fogones. De hecho desde aquel momento en las guías siempre se decía que la cocina del Verruga era “tradicional gallega con influencias vascas”.

Para que se hagan a la idea de la calidad de la cocina de Carlos, genio del restaurante Currito que estaba en la Casa de Campo de Madrid, el suyo fue el local fue donde el Rey Emérito Don Juan Carlos celebró una cena de despedida con sus amigos el día que abdicó de la Corona de España.

Carlos, como casi todos los cocineros de prestigio, es muy celoso de sus recetas y no las suele compartir con nadie... salvo con Miluca y Luis, a quienes el afecto personal sincero y mantenido durante décadas le llevó a revelar grandes secretos de cocina que, además, nos ha permitido expresamente recoger en este libro. Sin él probablemente no podrían disfrutar de algunas de sus recetas favoritas del Verruga. En cuanto a la generosidad de Carlos, valga la siguiente anécdota:

Uno de los postres más populares del Verruga eran las tejas de almendra. Se preparaban de una forma totalmente diferente a la de otros lugares, en que se lamina el fruto. En el Verruga se picaba y se integraba en la masa, lo que le daba quizás una apariencia menos lucida pero sin ninguna duda un mejor sabor.

Miluca quería hacer tejas de almendra y preguntó la receta a un compañero de otro local de hostelería (hablamos de tiempos anteriores a Internet). El cocinero le dio una respuesta genérica, algo como “pues lleva huevo, almendra y azúcar”, pero sin cantidades, tiempos ni nada por el estilo, así que como ocurría en estos casos ella llamó a Carlos y le preguntó por la receta. “Ahora mismo no puedo hablar, que estoy muy ocupado”, le cortó Carlos... “te llamo mañana”.

Al día siguiente Miluca recibió esa llamada. “A ver, apunta anda... que llevo todo el día haciendo tejas, que hace años que no las preparo y no me acordaba de las cantidades...”.

Cualquiera en su lugar le habría dicho eso el día anterior. “Hace tiempo que no las hago pero era algo así...”. Carlos no. Se pasó horas en la cocina haciendo pruebas hasta que le salieron las tejas perfectas y entonces apuntó la receta y se la pasó a Miluca.

¿Conocen a alguien que haga eso? Nosotros sí. A Carlos.


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